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dad oral. Entre las especies bacterianas pueden incluirse las
siguientes:
• Bacteroides spp.
• Centipeda periodonti
• Citrobacter spp.
• Enterobacter cloacae
• Eubacterium spp. (limosum y otras)
• Fusobacterium spp. (periodonticum, nucleatum)
• Hemophilus parainfluenzae
• Klebsiella pneumoniae
• Peptostreptococcus anaerobius
• Porphyromonas spp (gingivalis, endodentalis)
• Prevotella spp (intermedia, loeschii, melaninogenica)
• Selemonad aremidis
• Stomatococcus spp. (mucilaginus, muci)
• Treponema denticola
• Veillonella spp.
Los pacientes con enfermedad gingival producen concentra-
ciones más altas de CSV que los pacientes sanos. Una higiene
periodontal inadecuada puede producir inflamación gingival y
zonas escasamente aireadas, por ejemplo entre la encía y los
dientes, lo que facilita la pervivencia y proli feración especial-
mente de
bacterias anaeróbicas Gram(-)
, principales respon-
sables de la descomposición de las proteínas salivales y tisula-
res, que producen en definitiva los CSV.
Además del efecto sobre el olor del aliento, estos CSV
incrementan la permeabilidad de la mucosa oral, acelerando la
degradación del colágeno, con lo que dificultan la cicatrización
de las lesiones previas existentes y afectan también la función
celular gingival y periodontal. En definitiva, se crea un círcu-
lo vicioso que tiende a reforzar las condiciones sanitarias defi-
cientes y, con ello, la propia halitosis.
Las bacterias anaeróbicas Gram(-) especialmente implica-
das en la halitosis también se encuentran sobre la superficie
de la lengua, especialmente en el tercio dorsal. La lengua es
un refugio excelente para las bacterias anaeróbicas debido a
su extensa superficie, plagada de papilas gustativas y grietas.
El origen del mal olor proveniente de la parte posterior de la
lengua parece estar en el goteo de material mucoso de origen
postnasal, que afecta más intensamente a un 25% de las per-
sonas. Este goteo postnasal no está asociado a ninguna enfer-
medad en la mayoría de los casos, pero el material mucoso
descargado es hidrolizado por las bacterias de la cavidad oral
produciendo moléculas pequeñas, intensamente olorosas en
muchos casos (gases, ácidos orgánicos de cadena corta, etc.).
Curiosamente, al hablar se incrementa la intensidad del olor
del aliento, de ahí que muchas personas con halitosis sufran
un rechazo social.
Aunque mucho menos común que la boca, la nariz también
puede ser un origen del mal aliento; otros orígenes patológicos
son mucho menos frecuentes. Las causas respiratorias de la
halitosis incluyen la sinusitis, tuberculosis, carcinomas bron-
quiales, cuerpos extraños alojados en los senos paranasales, o
una simple faringitis.
Varias enfermedades metabólicas se asocian asimismo a
halitosis. En estos casos, además, el aliento suele tener un olor
característico. Así, en la
cetoacidosis diabética
tiene cierto
olor a acetona y en la uremia es de olor amoniacal.
En la encefalopatía hepática el aliento presenta un olor carac-
terístico (fetor hepático). En la
intoxicación etílica
, obviamen-
te hay olor a alcohol. Por su parte, la trimetilaminuria o
“sín-
drome de olor a pescado”
, es provocada por la incapacidad
para metabolizar completamente la colina y que conduce a
una acumulación de trimetilamina (el auténtico responsable
del olor a pescado en el aliento, orina y sudor del paciente).
La halitosis también puede aparecer como signo clínico ines-
pecífico en cuadros de
disfagia esofágica, divertículos faringo-
esofágicos, estreñimiento crónico o acrodetermatitis entero-
hepática.
Algunos datos clínicos parecen sugerir la existencia
de una relación entre la infección por Helicobacter pylori y la
halitosis, e incluso en presencia de H. pylori los colutorios de
clorhexidina no parecen ser efectivos frente la halitosis.
La halitosis es un trastorno secundario común a la
xerosto-
mía
, o boca seca crónica, ligada a enfermedades o a tratamien-
tos radioterápicos de cabeza y cuello.Además, bastantes medi-
camentos de uso frecuente, con propiedades anticolinérgicas,
como antidepresivos tricíclicos, fármacos para la incontinen-
cia urinaria, ciertos antiparkinsonianos, etc., pueden provocar
xerostomía como efecto secundario. La deficiente función sali-
val de estos pacientes puede agravar o precipitar la periodon-
titis o aumentar la concentración salival de los CSV. En este
mismo sentido, la disminución del flujo salival que se produ-
ce durante el sueño, es lo que provoca el mal aliento matinal.
Aunque el chicle sin azúcar es menos cariogénico que el
chicle con sacarosa y otros azúcares, tiende a elevar el pH oral,
favoreciendo un entorno favorable para las bacterias anaeró-
bicas halitóticas. Por último, los alimentos ricos en compues-
tos de azufre, como
ajos, cebollas o el “curry”
(que contienen
ambos), son otras de las causas de olor desagradable. Final-
mente cualquier número de medicamentos (entre ellos, disulfi-
ramo, dinitrato de isosorbida o incluso la tetraciclina), pueden
provocar halitosis como efecto secundario.
FARMACÉUTICOS N.º 381 -
Enero-Febrero
2013
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