Revista Farmacéuticos - Nº 137 - Abril / Junio 2019 - page 7

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Pliegos de Rebotica
2019
C
C
uando un personaje
literario se convierte en
mito y sobrepasa a su
creador en fama y
gloria, adquiere una
dimensión humana tan
insospechada, y tan certera a la
vez, que funde y sintetiza el
concepto de la realidad con el de
la ficción.
En la literatura universal de todos
los tiempos hay claros ejemplos.
Concretamente, hemos visto cómo
el Don Juan, burlador de Sevilla para
Tirso de Molina, ha cobrado vida
propia sobreviviendo y relegando o
condenando al olvido a su autor
Zorrilla.
–¿Quién no conoce al Don Juan?
– Todo el mundo, literalmente, conoce a Don Juan.
– ¿Quién sabe que es un personaje legendario irreal,
recreado por Zorrilla?
– Algunos lo saben. Muchos lo dudan. La mayoría cree
que existió y que tiene muchos imitadores, incluso hoy.
Ocurre lo mismo con El Quijote, otro gran mito
español creado por Cervantes. Igualmente,
descubrimos que para muchas personas el Quijote de
la Mancha existió; sin embargo, otros tienen dudas o
no saben que fue una invención de Miguel de
Cervantes.
Su obra “
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
repleta de aventuras, personajes, pueblos y lugares ha
traspasado fronteras geográficas y mentales, hasta tal
punto que mezclando de manera magistral ficción y
realidad, consigue confundir molinos con gigantes sin
que la sensatez y la hidalguía del Quijote se vean
afectadas o despreciadas.
Para alguien que sea extranjero, que no conozca de
primera mano la zona de la Mancha o
que no tenga muchos
conocimientos de geografía
española, puede pensar, incluso
admitir, que los pueblos que se
citan en la magistral obra de
Cervantes son imaginarios. Daimiel,
Consuegra, Tembleque,
Alcaraz, El Toboso o
Belmonte bien podrían ser nombres y
lugares inventados. En el caso concreto
de El Toboso es aún más probable, ya
que se asocia a Dulcinea, que
ciertamente es un personaje ficticio.
– ¿Dulcinea existió?
– No, es una ficción
– ¿Y El Toboso es inventado?
– No, es real.
– Entonces,“Dulcinea del Toboso” es
una enorme paradoja en su mismo
nombre¡¡!!
Dulcinea del Toboso
Como no podía ser de otra forma,
un caballero andante de las novelas
de caballerías como el Quijote
tenía a su dama, a quien rendía
pleitesía y proclamaba sus virtudes allá por donde
sus correrías le llevaron; la llamó Dulcinea. Era una
mujer imaginaria perfecta, que cumplía todos los
requisitos para ser la amada de un noble y valiente
caballero. Era la encarnación de la belleza y de la
virtud, de clase noble y alta posición social,
bastante superior a la de un caballero. La
idealización de la amada convierte su amor en un
imposible. Hay que recordar que es el propio Don
Quijote quien decide buscar una dama para
enamorarse, encomendarse a ella en sus hazañas y
enviarle noticias de los éxitos y logros que obtenía
en cada aventura. Era un amor irreal, dulce y
platónico.
En el Quijote, vemos como la campesina llamada
Aldonza Lorenzo fue la “musa irónica” que inspiró a
Cervantes para modelar y dar credibilidad a la figura
de Dulcinea.
En el capítulo XIII de la primera parte, el Quijote
describe a Dulcinea así:
“…solo se decir, que su nombre es Dulcinea; su patria,
El Toboso, un lugar de La Mancha; su calidad, por lo
menos, ha de ser de princesa, pues es reina y señora
mía; su hermosura, sobrehumana, pues en ella se vienen
a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos
atributos de belleza que los poetas dan a sus damas:
que sus cabellos son oro, su frente campos Elíseos, sus
cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus
mejillas rosas, sus labios corales,
perlas sus dientes,
Manuela Plasencia Cano
El Toboso
existe
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