Revista Farmacéuticos - Nº 125 - Abril-Junio 2016 - page 14

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Pliegos de Rebotica
´2016
E
E
ntiendo que casi debería empezar pidiendo
perdón por atreverme a salpicar las elegantes y
señoriales páginas de
Pliegos
con un artículo
dedicado a algo tan frívolo como el fútbol. Pero,
¿y si no lo fuera? ¿Y si tuviese un poso de
humanidad y de sentimiento mucho más profundo, a nivel
personal, que las estentóreas manifestaciones lúdicas de
una afición apasionada, enfervorizada y, en ocasiones,
enloquecida?
Yo soy aficionado al fútbol “desde mi más tierna
infancia”, desde los partidos que jugaba el Talavera en el
campo de “El Prado” allá por los últimos años cuarenta
del pasado siglo, hasta hoy en que lo sigo desde la
comodidad del “sillón
ball
” a pesar de conservar mi abono
y mi carné de socio del Real Madrid.
Años después, concretamente en 1952, mi padre, en
una de las más afortunadas decisiones que adoptó hacia
mí, me llevó interno al Colegio “Nuestra Señora del Buen
Consejo”, regido por los Padres Agustinos y situado en los
aledaños del…¡¡estadio,
stadium
, Metropolitano, el mejor
campo de fútbol de España en sus tiempos, cuna y
escaparate del Atlético de Madrid, el “Atleti”!!
En la tarde de los domingos se avisaba al Colegio por
si quería y podía enviar a un grupo de alumnos (que no
tuvieran estudio de castigo por malas notas) a ver el
partido correspondiente.Y allí íbamos domingo tras
domingo; nos situaban a ras de campo y, tras contemplar
los desfiles de las publicitarias letras “OKAL” y de admirar
los malabarismos de un vendedor de caramelos que los
lanzaba a las gradas tras recoger su previo pago en
metálico, también volador, nos enfrascábamos en el
partido, jugase quién jugase.Ante mis ojos, aparte de los
de otros equipos, los grandes del “Atleti”: Juncosa, Ben
Barek, el sueco Carlsson, Escudero, Silva, Múgica, Marcel
Domingo, Collar y Peiró llamados el “ala infernal”,
Mendoza, y tantos y tantos otros grandes figuras de un
gran equipo.
(Y cuando no había invitación, nos subíamos a la
terraza desde la que veíamos medio partido pues solo
se divisaba el fondo norte, y siempre acompañados
por uno o varios de los padres agustinos, todos del
“Atleti”).
Seguí de alumno, pero ya externo (otra acertadísima
decisión de mi padre) y seguí acudiendo con él y con mi
hermano al Metropolitano, a la “gradona” donde nos
situábamos todos los madridistas y antiatléticos (igual que
ellos lo hacían en la lateral de Chamartín) en cuya puerta
de acceso nos exigían adquirir por unos céntimos una
chapa de Auxilio Social, lo cual encendía habitualmente el
carácter nervioso de mi buen padre.
Así, alternando un domingo en el Metropolitano con
otro en Chamartín (a la sazón, ya socios del Real Madrid)
llegué al curso de PreUniversitario en el que el encanto
de esos seres maravillosos de la Creación que eran y son
“las chicas” (nada peyorativo; nosotros éramos “los
chicos”) desplazó a los partidos rojiblancos, aunque no,
desde luego, a los blancos del Real, mi equipo. ¡Faltaría
más!
¿A qué viene todo esto, se preguntarán, casi
alucinados, los sesudos y conspicuos lectores de “
Pliegos
”,
si es que alguno me lee? Veréis: El pasado uno de mayo, mi
otro periódico de cabecera, el “Marca”, publicó un
reportaje completo y brillante al cumplirse “medio siglo
del adiós del mítico estadio que forjó al Atlético”; un
artículo que a mí me resultó tan humano y entrañable que
destapó (perdonad la cursilería) el baúl de mis recuerdos
futbolísticojuveniles entre los que destaco a la
popularísima “gradona” con parte de la fachada posterior
del Colegio al fondo, tantas veces fotografiada.
Y no digo más. Escribo Colegio con Mayúscula por
respeto, por cariño y por agradecimiento a una institución
que marcó líneas indelebles y positivas en mi vida
académica y espiritual.Y se lo dedico a JoséVélez porque
él también estudió allí (no coincidimos por diferencia de
edad) y porque es seguidor de “su Atleti”.
Sí, perdonad mi afirmación, pero hay sentimientos
alrededor del fútbol, aunque sean encontrados como los
de los rivales deportivos cuando son sanos, respetuosos y,
eso: deportivos.
Ya veis: el fútbol casi, casi, me pone sentimental…
Ángel del Valle Nieto
Una de
fútbol
A mi amigo y compañero José Vélez.
Fachada del colegio en tiempos del autor del artículo.
Metropolitano y colegio.
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