Revista Pliegos de Rebotica - Nº 123 - Octubre/Diciembre 2015 - page 29

libros – viejas ediciones de Ambrosius Paré y
Dioscórides – morteros de mármol y metal,
alambiques retortas una maceta con áloes y algunos
objetos intrigantes: un camaleón disecado, un cuerno
de rinoceronte y una tortuga.
Las farmacias venecianas eran, no más ayer, el lugar de
reunión de los poetas. Stendhal frecuentaba la rebotica
de Ancillo.Y también George Sand se encontraba aquí
con su amante, el médico Pagello.
El boticario
me deja mirar el
Hortulus
, a ver si
encuentro medicamentos antiguos: los remedios de
Ibn-el-Baytar ( el ruibarbo, el ámbar, el alcanfor, el
sándalo), las drogas del
armarium pigmentorium
,
ungüentos y el
aqua mirabilis
del papa Juan XXI. Le
pregunto si, entre los remedios de tiempos de Marco
Polo, tiene el corazón de hiena que se recetaba para
los espasmos.Y, a la luz de una palmatoria, me lleva a
una habitación húmeda donde guarda las prensas para
extraer el jugo de las plantas, las espátulas y los pesos.
Y, buscando en las estanterías ruinosas unos tarros
oscuros me enseña, al trasluz de la vela, un corazón de
hiena y un corazón de ciervo para los cardíacos.
Me ofrece un café de Arabia, molido en un almirez de
mármol: oscuro como un corazón de hiena>>.
Botica o farmacia es indudablemente el establecimiento
sanitario más próximo al ciudadano y, por consiguiente,
el más familiar.Así se deja traslucir en las citas que
seleccionamos a continuación:
<<Clara había encargado a un carpintero un
letrero que ponía “
Botica
” y había colgado de él una
rama de hinojo, como era tradición>>. (
La leyenda
del dragón
. Pág. 458. Juan Gómez Jurado.)
<<El invierno pasado trabajé en una librería de
Boston.Y el invierno anterior a ése estuve en una
farmacia
, en un pueblo de Pensilvania>> (
La librería
ambulante
. Christopher Morley. Pág. 44.)
<<[…] Me aquejaban un soplo al corazón, un
déficit de calcio, pies planos, sobrepeso, malformaciones
varias (dormía encadenado en un cepo ortopédico) y
sinusitis crónica.
Yo era flor de farmacia
. […] >>.(
Un
balón envenenado. Poesía y fútbol
. (Luis García
Montero / Jesús García Sánchez). Col.Visor de Poesía.
Pág. 144.)
De
Platero y yo
: Cap. XLV “El árbol del corral”:
<<Y aquí, adonde tantas veces vine de la vida, con
una ilusión de soledad musical, fresca y olorosa, estoy
mal, y tengo frío, y quiero irme, como entonces, del
casino, de
la botica
o del teatro, Platero.>>
Íbidem: Cap. CXIX:“Leche de burra”:
<<Y ahí está la burra, tascando su miseria en los
hierros de la ventana,
farmacia miserable
, para todo
otro invierno, de viejos fumadores, tísicos y
borrachos…>>.
De
La mano de Fátima
. Ildefonso Falcones:
<< […] La puerta de madera que daba paso a la calleja
se hallaba en aquel momento abierta y mostraba una
hilera de
boticas
o pequeños locales, algunos de un
solo piso, que se extendían a ambos lados y en toda su
longitud […]>> (Pág. 276)
<< […] Poco después de llegar a la mancebía, un día la
encontró llorando desconsoladamente en su
botica
cuando fue a llevarle ropa de cama limpia […]>> (Pág.
284).
De
El mercader de café.
David Liss, 2015. Ed.
Debolsillo:
<<[…] Sostuvo un instante el recipiente y aspiró,
llevando el aroma hasta los pulmones. El acre olor a
tierra y hojas le sorprendió, pues más parecía cosa que
hubiera de estar en alguna desportillada urna de
porcelana de una
botica
>>.(Pág.7)
De
Hombres buenos
.Arturo Pérez Reverte. 2015.
Alfaguara:
<<[…] Mientras se ganaba la vida con cambio de
moneda, servicios de mediador, alcahuete o cicerone,
venta de recuerdos, baratijas, pornografía y específicos
de botica para abortar.>> (Pág. 194).
Y de boticas, boticarios:
<<Siguiendo
la calle de los boticarios
– el
ungüento de la larga vida, la hierba del parto feliz, la
pluma de halcón que consuela a las mujeres, la mosca
verde de la potencia viril – […]>> (
El sinapismo de
las golondrinas
, pág. 286).
XL Semanal
ABC
. Nº 1321:Wilheim, el menor de
los hermanos Grimm, se casó con Henriette Dorothea
Wild, (familiarmente, Dortchen)
hija del boticario
de
Kessel que llevaba 15 años ayudando a los hermanos a
recopilar cuentos. Se casaron en 1825.
De
La impaciencia del corazón
(Stefan Zweig)
Así pues, también aquella tarde – debió de ser a
mediados de mayo de 1914 –estaba sentado en la
confitería con un compañero casual,
el farmacéutico
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