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ientras mi hijo me mostraba
imágenes de la isla de plástico
del pacífico, una inmensa
mancha de basura flotante de
cerca de millón y medio de
kilómetros cuadrados, no pude por menos
que expresar mi indignación y, a la vez, la
impotencia devenida de la certeza del uso
espurio que los sociólogos y economistas
han dado al principio darwinista de la
supervivencia del más apto. Ese concepto
neo liberal según el cual, el hombre debe
administrar su vida como una empresa. Ese
principio economicista de la existencia que
deviene en una inmensa isla de basura y
reduce al ser humano a un pequeño lapso de
tiempo centrado en un inalcanzable bien
estar. Una felicidad siempre perseguida y
jamás lograda, pero que deja trás de sí una
inmensa estela de consumo, que, en seguida,
se convierte en más basura.
Mi hijo me replicó con cierto sarcasmo:
“Vaya nos has salido ecologista”
En cierta forma
si. Como dijo el
Jefe Seattle, líder
de las tribus
suquamish y
duwamish, “la
Tierra no es la
herencia que
recibimos de
nuestros padres
sino un préstamo
que recibimos de
los hijos”. A lo
que me gustaría
añadir que
nosotros sólo
podemos pagar
ese préstamo
legándoles
nuestro
conocimiento. De
modo que este trabajo es un intento de
llevar de un modo plausible al
reconocimiento de la necesidad de un
mundo económicamente sostenible, superar
la explotación de los recursos, incluso los
humanos.Vencer viejas creencias sobre
nuestra naturaleza que nos permitan
comprender y percibir que no somos un
breve encuentro con la historia sino la
historia misma y de ese modo, aceptemos sin
ningún género de duda la influencia de cada
uno de los fenotipos de este planeta en la
expresión de cada genotipo tomando, así,
responsabilidad por el futuro disponiendo
una epigenética nueva y armónica con los
principios de la inteligencia, entonces
emergerá, sin esfuerzo ni represión, el nuevo
orden humano. Como ves, si mi postura es
conservacionista, no lo es por motivos
altruistas, al contrario es un egoísmo bien
administrado. Mis genes permanecerán tanto
como lo hagan los de mis descendientes, no
quiero ser cómplice de mi propia extinción,
no quiero que ni uno solo de los metros
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Javier Arnaiz
Pliegos de Rebotica
´2015
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FABULA
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Motivos:
