Revista Farmacéuticos - Nº 119 - Octubre-Diciembre 2014 - page 11

la Encarnación, donde la vida musical era rica y
variada como lo atestiguan la cantidad de
partituras del s. XVI conservadas en el mismo y
catalogadas por Antonio Baciero
3
, y lo
corroboran la colección de instrumentos
antiguos que todavía posee el monasterio: dos
arpas de dos órdenes, una viola de gamba, todo
ello del s. XVI y un pequeño y precioso órgano
de mesa que puede datarse en fecha anterior y
al que posteriormente se le adaptó una peana o
cuerpo inferior.
Fue contemporánea del afamado maestro Tomás
Luis de Victoria, también abulense y de Antonio
de Cabezón, burgalés casado con una avileña y
que pasaba temporadas en Ávila, donde tuvo
casa, cuando sus obligaciones con la corte se lo
permitían.
La música que pudo interpretar, exclusivamente
vocal, se vería limitada al canto llano dentro del
templo y popular en las celebraciones, así el
danzar, que entonces y aquellos tiempos la santa
Madre y sus hijas usaban era no arregladamente, ni
con vigüela, sino daban unas palmadas como dize el
Rey David “omnes gentes, plaudite manibus” y
discurrían assi con armonía y gracia de espíritu más
que de otra cosa
4
.Acaso tocara algunos
instrumentos de percusión, como panderos,
castañuelas, sonajas…, de los que abundan en
sus conventos; de lo que si hay constancia es de
los que se exhiben, por ejemplo, en el “Relicario
Teresiano” ubicado en la primera de sus
fundaciones, el convento de San José de Ávila:
pitos, panderos, castañuelas, flautas y tambores;
si bien me inclino a pensar, por ser una
inveterada costumbre y de un uso tradicional,
que también utilizaron como instrumento
algunos de los utensilios de la cocina, como
puede ser el almirez.
Iniciada la reforma en 1562 y con una
comunidad de trece monjas como máximo, el
canto litúrgico no podía llevarse con la misma
solemnidad que en el monasterio de la
Encarnación, donde había casi dos centenares de
monjas. No se podían hacer grandes cosas con
trece monjas por convento, si las había, así dice
En ninguna manera me parece havían de cantar
nada hasta ser más, que es para infamarnos a
todas
” (Cta. 152.2, a Mª de San José de 26 de
noviembre de 1576). Luego cabe afirmar sin
temor a equivocarse, que la Santa abogaba por
el canto llano o gregoriano, pero mujer práctica
al mismo tiempo, consideraba más prudente no
cantar hasta poderlo hacer con dignidad.
En sus Constituciones manda utilizar la música
como elemento de solemnidad (1,4), y fuera de
las celebraciones litúrgicas la utiliza como
elemento de alegría.
En un plano más informal se sentía,
naturalmente, más libre y por ello el canto se
hace condimento de todas las fiestas
conventuales: recreaciones, procesiones
claustrales, profesiones, etc.Así,Ana de Jesús
testifica que “
En estas fiestas hacía muchos
regocijos y componía algunas letras en
cantarcillos
5
.En ocasiones el canto era
suavizante de penas y calamidades de caminos;
por ejemplo el de Sevilla,“
que fue bien trabajoso
por ser en principio de verano y en Andalucía donde
los calores son tan recios… todo se pasaba riendo y
componiendo romances y coplas de todos los
sucesos que nos acontecían de que nuestra Santa
gustaba extrañamente
6
y también “
Compuso una
coplas muy graciosas al tiempo que habíamos de
pasar el Guadalquivir
7
, villancicos, coplas y
canciones que se intercambiaban por los
conventos y amistades.
Ella escribe poemas bajo la pulsión de una
intensa vivencia o por pura expansión de la
interior onda mística, poemas enraizados en la
nostalgia de Dios y de lo divino, que la vuelven
poéticamente provocativa y la hacen articular
sus versos en arpegios, a modo de elegías
teologales.Todo como si se tratase de un
fenómeno connatural al proceso extásico, pero
no siempre fue así ni todos sus poemas son
místicos. Cuando componga “coplas” ya fuera
del trance místico, se verá precisada a “versificar
11
Pliegos de Rebotica
´2014
3 Baciero, A.
El órgano de cámara del convento de la Encarnación
(Ávila)”. Consejo General de Castilla y León. Poniente. Madrid. 1982.
4
Ms. 1.400 de la BN, procedente de las descalzas de Cuerva, citado por Baciero.
5
Proceso de Salamanca, 1597.
6
María de San José, Recreaciones. Postulación General OCD, Roma 1979, 195)
7
Proceso de Ávila, 1596.
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