Revista Farmacéuticos - Nº 119 - Octubre-Diciembre 2014 - page 8

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aprichos del destino, que quiso unirles
en la misma trayectoria. Los tres niños
que darían que hablar, nacieron el año
1545.Aquel mismo año, en
Fontainebleau, nacía una preciosa niña
que con el tiempo sería una belleza y la novia de
Europa. Había heredado la elegancia francesa de su
padre y la gracia italiana de su madre. Llegó a ser
reina de España: Isabel de Valois.
Reinaba entonces en España un rey de solo diez y
ocho años: Felipe II. Inteligente y prudente buscó
rodearse de lealtades y envío a Alcalá a los tres
adolescentes que tenía a su cargo. Quiso formar a la
vez soldados y humanistas, siempre bajo su sombra y
sus intenciones.
Carlos de Austria, su hijo, fue el más desgraciado.
Nació ya con una herencia malsana que le envenenó.
De su locura y de las atrocidades
que hizo no fue responsable más
que a medias. Su triste vida está
presente en la historia.
Juan o Jeromín, como se le llamó en
su infancia, era hijo del emperador y
hermano del rey. Él logró gloria y
fama, sus hazañas, los problemas con
los moriscos,Túnez, Lepanto y
Flandes, consiguieron hacerle
inmortal. Murió joven como a
menudo sucede con los héroes.
Fue en Namur, en plena campaña de
Flandes. Había conseguido señaladas
victorias en los países Bajos,
llevando a su lado siempre a
Alejandro Farnesio. La historia habla
de una enfermedad, tal vez el tifus, la
leyenda de venenos en unas botas
perfumadas ¿?
Alejandro Farnesio, el tercero de los
escogidos por Felipe II para sus
planes de defensa y conquista, fue el
más aguerrido de los tres. Hijo de la
bella e inteligente duquesa Margarita
de Parma, hermana del rey y
gobernadora de los Países Bajos,
había heredado su talento y su
apostura. Inseparable de Juan de
Austria, ganó con él laureles en
Lepanto y Flandes.Tuvo el honor de presidir el duelo
de su amigo de siempre, cuando este murió en
Namur y de sustituirle en el gobierno de Los Países
Bajos.
En Alcalá, el príncipe Carlos había sido una tortura
para Juan y Alejandro. No podían hacerse con él.
Académicamente era un desastre, personalmente
inaguantable. En su pobre cabeza no cabían más que
conjuras y disparates. Fue en uno de sus momentos
de ofuscación en Alcalá cuando cayó por las
escaleras, dicen que perseguía a una sirvienta. Hubo
que hacerle una delicada operación en su pobre
cerebro. Los resultados fueron desastrosos.
Amigos desde su adolescencia Juan y Alejandro se
sentían responsables de ese loco, que acabó con la
paciencia de maestros y tutores. Conspiró contra su
padre, a la sombra de los rebeldes flamencos, para
quedarse con la gobernación de los
Países Bajos, su idea era liberarlos del
yugo español… decía.
Llevado por el odio que le profesaba,
intento matar al duque de Alba, atacaba
continuamente a todo el personal a su
servicio y en su locura buscó la
colaboración de su tío Juan de Austria:
pretendió que este le llevará a Italia…
En Flandes me esperan… seré su
libertador. Necesito transporte, galeras
hasta Italia y de allí iré a Los Países Bajos.
Si me ayudas tendrás el reino de Nápoles.
Pero su tío, además de ser un soldado
valiente, experto en contiendas y
conjuras, era totalmente leal a su rey.
No salía de su asombro, su trastornado
sobrino, apoyado por nobles
flamencos, quería traicionar a su padre.
Déjame pensarlo… ya te daré una
respuesta,
le contestó.
Y lo que pensó fue galopar como un
rayo hasta El Escorial para poner al
rey en antecedentes de los planes de
su hijo.
No hubo lugar para respuestas, el
pobre loco cuando se dio cuenta de
Beatriz Aznar Laroque
A la sombra del
Rey Prudente
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Pliegos de Rebotica
´2014
Alonso Sánchez Coello.
El príncipe don Carlos. Hacia
1564. Kunsthistorisches
Museum. Viena.
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