López, Carlos Prieto, Manuel Cid…. Llega
a la altura de la Presidencia, saluda, se quita
el bello capote de paseo y se va al
burladero, el público le obliga, con sus
aplausos, a saludar desde el tercio.
Sale el primero de la tarde
“Antequerano”, negro listón de la ganadería de
Alcurrucen, encaste Núñez, y el Maestro comienza a
darnos ya con los lances de recibo una lección de
tauromaquia. En todo momento lidiador y director de
Lidia, voluntarioso, inspirado, valiente, poderoso y
entregado, desempolva suertes antiguas de inigualable
belleza, ¡que variedad con sus diferentes toros! ¡qué
revoleras, afarolados, que vuelos del capote… !
Pone el toro en suerte galleando, la emoción se
vislumbra en toda la plaza, coge la muleta la quietud la
verticalidad y la verdad es su divisa, una desbordante
inteligencia que proyecta su personalidad, un buen hacer,
un gusto y gran creatividad va aumentando en cada uno de
sus toros, ¡qué naturales, qué cambios de mano, qué
ligazón, qué desplantes, que quietud…! Tradición y
modernidad de la mano, personalidad y originalidad que le
ayudan a recrearse en suertes a las que imprime su
impronta y ¡la alegría de los aficionados se desborda!
La magia sobrevuela en la Plaza. Que conocimiento del
Arte de Torear
, al dar a cada uno de los toros la lidia
requerida, toros de distintos encastes y comportamiento
en el ruedo, variedad en suertes y quietud y verdad
denominador común. Pero eso es torear, ¡Arte¡ y por ello
creación , ¡momentos inolvidables¡ y Ferrera en esa tarde,
que quedara inscrita
en las mejores páginas
del libro de oro de
nuestra Fiesta, nos
proporcionó la
necesaria emoción, no
exenta de riesgo. ¡Así se hace Fiesta¡. Salió por la Puerta
Grande después de una magistral y no menos didáctica
lección del Arte de Torear.
Pero no solo fue destacable la faena del Maestro. Los
“hombres de plata” estuvieron a la altura. Por citar tan
solo uno, ¡qué belleza el par de banderillas¡ de Fernando
Sánchez por los adentros, al quiebro, de poder a poder
con un riesgo capaz de erizar el bello, los quites al salir del
caballo y tantos otros detalles…
Al final los corrillos, en los aledaños, de la Plaza, eran
coincidentes de la emocionante tarde histórica vivida,
nuestras iniciales dudas de que no tendría recursos se
desvanecieron, con la pertinaz realidad, ¡le sobraron
recursos a Ferrera! y nos dio una emocionante e
inolvidable tarde de toros .¡ Gracias Maestro!
Evoco esos versos que Carlos Muñiz Romero escribió a
para un gran Maestro:
El corazón me lo escondo / y me acomodo los pulsos / a lo
despacito y hondo.
El hijo de su madre/ ¡Qué bien torea¡ /lo mismo se relaja / que
se cimbrea.
Si se relaja / nos suben hasta el cielo / sus manos bajas
.
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DESDE EL CALLEJO
N
El Cid