Revista Pliegos de Rebotica - Nº 126 julio/septiembre 2016 - page 47

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J.F.CHIMENO
Pliegos de Rebotica
´2016
POETAS DE HOY
HIJO, SE ALBA, QUE YO TE ANHELO
Hijo, sé alba, pues yo te anhelo
sembrando de ilusiones la madrugada;
con las primeras luces hila el rocío
destellos de luna sobre el agua clara.
Sobre agua clara navegan sus suspiros,
rosas de espuma y viento llevan por alas;
se remontan, aletean…¡sigue su vuelo!
si quieres tener estrellas bajo la almohada.
Bajo la almohada, niño, velan tus sueños
un coro de serafines que al alba estaban
entonando maitines, nanas y trinos.
Es tu risa inocente aprendiz de luceros,
alondra de mis noches, fuego y escarcha,
no quiero que despiertes….sé siempre niño.
YA NO TE QUIERO, AMOR,
HE RENUNCIADO
Ya no te quiero amor, he renunciado
Al cáliz de los besos que me diste.
¡Mujer, es tu mirada de ojos tristes
el fuego abrasador que aviva mi pasado!
Mas no quisiera mentirte, he meditado
cuanto dura el dolor y al despedirme,
mujer, fue tu deseo –lo sé– el redimirme
por haberte, al fin, sin lágrimas llorado.
Pero tal vez te quiero sin yo saberlo,
y acaso aún te ame sin yo admitirlo.
¡Pues increpo a las estrellas en mi locura!
Buscando una respuesta entre los cielos,
cuando solo una es causas de mis desvelos
y solo una oculta mi mayor desventura.
TE LLEGARÁ MI AMOR
EN LA DISTANCIA
Como la muerte te tornas misteriosa,
serena, inquebrantable, evanescente;
mi último beso deposité en tu frente,
sobre tu lecho arrojé mi última rosa.
Te vuelves tan sutil, tan vaporosa
que en noches como esta consiente
mi alma herida en negar tu muerte;
verte en el recuerdo viva y hermosa.
Así es la vida, amor. ¿Podrán decirnos
los sueños del ayer, al tornarse luceros,
que hay un nuevo amanecer? Dónde
moras:
¡Bajo la tierra baldía, rodeada de espinos,
fulge en ti la respuesta que tanto espero,
viendo pasar los días, contando las horas.
CON LAS PRIMERAS LUCES
DE UN NUEVO AMANECER
Con las primeras luces de un nuevo amanecer,
al albar q1uise nacer y en tu regazo
se cubrieron las sombras de presagios,
de augurios que volaron para jamás volver.
Atrás quedaron los días de mi niñez,
siempre prestos a correr hacia tus brazos,
descubriendo la vida…y a cada paso,
seguro estaba madre de perder la candidez.
Pues la rosa lleva espinas viciadas en deseos,
de añoranzas sutiles, de lacerados recuerdos.
vencido por el sueño de la indolencia.
Jugábamos con el tiempo adormecido,
felices como nunca luego hemos sido,
en las horas sin duelo de mi inocencia.
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