Revista Farmacéuticos - Nº 112 - Enero/Marzo 2013 - page 9

ave hostil anidada en mi cabeza,
arrogante por encima del cerebro.
Inhóspito o cruel, indiferente,
rebelde o indeciso, -a veces tierno-
recibe mis cuidados como ausente,
y alguna vez me besa (solo el cuello).
Mi peine le pregunta si se irá,
y mi laca le atonta con señuelos.
Inútil ambición. Se que al final,
será mayor su adiós, que mi deseo.
(Solo mío, mi pelo irrepetible.
Mi pelo, como a un hijo: así le quiero.)
Sin embargo, por el contrario, la alopecia de la
mujer, mucho más frecuente de lo que se piensa
–el 40 % de as mujeres de 50 años–
está escasamente representada en la literatura.
La obra que viene a la memoria con mayor
fluidez, es la que aparece en el título de la
creación de ficción
La cantante calva
de Eugene
Ionesco (Slatina – Rumanía, 1912 – París, 1994).
Se trata de una sátira surrealista fundada en la
vida cotidiana, que encarna como axiomas que la
existencia del hombre es incomprensible y que
no existen verdades absolutas porque todo es
relativo. La conclusión final es que la
comunicación entre los humanos no es posible
aunque se conviva íntimamente.
La génesis del título y de la temática de la obra
sucedió de una forma casual.
El padre del teatro del absurdo estaba intentando
aprender inglés por un conocido método de
enseñanza a distancia.
Perplejo por los raros y desatinados diálogos,
aquellos del “
my tailor is rich
”,
decidió escribir, en francés, una obra un tanto
incoherente titulada “
L’anglais sains peine
” – “el
inglés sin esfuerzo”. Pero en los ensayos un actor
que representaba a un bombero y tenía un texto
muy largo, se equivocó, y en lugar de decir
institutrice blonde
” (institutriz rubia) dijo
cantatrice chauve
” (cantante calva).
En ese instante, Ionesco encontró suficiente
motivo para llamar a su obra
La cantante calva
,
creando así la mayor paradoja de las letras, ya
que, no apareciendo ninguna mujer calva, ni
ninguna cantante, es éste el personaje femenino
calvo más conocido de la historia de la literatura
(figura 1).
Otra expresión literaria de la alopecia femenina
podría ser la que relata la historia del misterioso
encanecimiento repentino del cabello de la reina
María Antonieta, cuando supo que estaba
condenada a la guillotina. Dicen que la reina
consorte de Francia, María Antonieta de Austria,
se despertó el día de su ejecución con el cabello
completamente blanco. El cambio de color pudo
deberse a una pérdida violenta de cabellos
oscuros, quedando visibles únicamente los
blancos. Esta forma de alopecia areata para
cabellos pigmentados se denomina en su
memoria, síndrome de María Antonieta. La
pintura “
María Antonieta camino de la
guillotina
" de Jacques-Louis David (1748-1825)
muestra una reina con una imagen encanecida
como corresponde a la fantasía aludida
(figura 2). Curiosamente, el mismo mito se relata
protagonizado en este caso por Santo Tomás
Moro (1478-1535) que encaneció bruscamente
cuando acusado de alta traición por Enrique VIII,
salió de la torre de Londres para ser decapitado.
Parece ser, a la vista de la escasa referencia de la
mujer con alopecia en la literatura, que el escritor
quiere que la mujer siempre tenga pelo. Pelo
añorado, a veces adorado, como en este hermoso
poema de Pablo Neruda (1904-1973).
Me falta tiempo para celebrar tus cabellos.
Uno por uno debo contarlos y alabarlos.
Otros amantes quieren vivir con ciertos ojos.
Yo solo quiero ser tu peluquero.
P
de Rebotica
LIEGOS
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“María Antonieta camino de la guillotina"
de Jacques-Louis David (1748-1825)
muestra a la reina con una imagen encanecida
de forma brusca, según el mito.
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