Revista Farmacéuticos - Nº 112 - Enero/Marzo 2013 - page 6

a Catalina de Medicis, la reina madre, abuela de las ni-
ñas, de las que insistentemente pide noticias, revela el
interés que tiene en que ese lazo no se rompa. La reina
francesa adora a sus nietas.
Felipe, austero y poco dado a vestimentas suntuo-
sas, rechaza el
vestir de brocado
y se lo confiesa a las
niñas. A lo largo de las cartas ellas serán sus confiden-
tes, depositarias de temas a veces muy personales. Al
final, dejando por un rato el reciente luto por su espo-
sa, apareció en el juramento como no habría querido,
con ropón largo y debajo tela de oro, sobre los hombros
la cadena de eslabones con el toisón.
Tomar, 1 de mayo 1581
(...) os doy muchas gracias por la enhorabuena que me
dais del juramento y harto quisiera que lo pudierais ver
desde una ventana como lo vio mi sobrino(...) mucha
envidia tiene Magdalena de las fresas y yo de los rui-
señores, aunque algunos pocos se oyen desde la venta-
na mía.
No conocemos las cartas que dan lugar a estos co-
mentarios, pero el hilo que une al rey con las niñas es
muy fuerte. Él lee con interés y cariño hasta el último
detalle que estas dos adolescentes de trece y catorce
años, creen que a su padre le puede interesar. Y el rey
más poderoso de la cristiandad, toma buena nota de las
fresas y ruiseñores que encantan a sus hijas. Él a su vez
comenta su vida en Portugal que sabe les va a gustar. Y
por supuesto les da noticias de la pintoresca Magdale-
na Ruiz, enana y loca, que viaja en su séquito. Fue una
antigua criada de la princesa Doña Juana de Portugal y
después de las Infantas.
(Pertenecía al grupo que se ha llamado gente de pla-
cer, habitual en la Corte de los Austrias )
Días antes se había producido el juramento del prín-
cipe Don Diego, tercer hijo de Felipe II y de su cuarta
esposa Ana de Austria, como heredero de Portugal, ya
que sus hermanos, Fernando y Carlos Lorenzo habían
fallecido.
Su obsesión por los detalles se observa continuamente.
Lisboa 23 de octubre de 1581
Magdalena está muy enojada conmigo desde que os es-
cribió porque no reñí a Luis Tristán por una cuestión
que tuvieron... se ha ido muy enfadada conmigo dicien-
do que lo ha de matar (Luis Tristán está de continuo
cerca del rey).
Las libertades de Magdalena nos asombran, escu-
dándose en su papel de bufona le habla con descaro, sin
respeto y le retira la palabra. El rey no se lo tiene en
cuenta.
En marzo de 1582 llegó la Emperatriz a Madrid
acompañada de su hija la archiduquesa Margarita, es en-
tonces cuando Isabel se estrena como ama de casa.
Atiende a su tía y a su prima con cariño y dedicación.
Las pasea por El Pardo, Aranjuez, El Escorial... organi-
za cazas y excursiones de pesca y de todo manda a su
padre una relación detallada. En una ocasión se queja
de las exigencias de la ilustre señora y la contestación
del rey es tajante.
Lisboa 5 de marzo de 1582
Si mi hermana os tomó a vos la mayor para que la ayu-
daseis está bien; y si no fue para eso no tuvo razón ni
se lo consintáis.
Su obsesión por los detalles se trasluce en cada
carta.
Lisboa 17 de septiembre de 1582
Decís vos la mayor que habían dicho ahí que habían
las galeras que venían de la India y no se os acuerda
que no son galeras sino naos y no llegaron sino antea-
yer aquí y con ellas llegó el Marques de Santa Cruz.
Ya en España, cada vez que se separa de ellas vuel-
ve a escribir y a contarles sus andanzas.
San Lorenzo del Escorial 1584
...fui a ver pescar los estanques viejos de La Fresneda.
Fui a caballo y volví en carro y no ando a caballo por
quererme tornar niño, como dice Magdalena, sino por-
que me hallo muy solo en el carro sin vosotras.
¿Cómo conciliamos esta devoción, esta ternura con
el hombre brutal y malvado que nos ha llegado en su
leyenda?
En estas y en otras muchas cartas le vemos como un
rey cariñoso familiar y prudente, mientras que por las
mentes retorcidas de sus enemigos, que son muchos, cir-
culan opiniones contrarias. Es un depravado, cruel, fa-
nático y pervertido, asesino de su hijo Carlos, y toda
clase de maldades en el asunto de su secretario Antonio
Pérez y Escobedo. Su fama y su honor son arrastrados
por el barro de Europa. Mil horrores más dieron origen
a una “Leyenda Negra”.
El no facilitó las cosas, ordenó que a su muerte, que
fue terrible y dolorosa, se destruyesen todas sus cartas,
escritos, borradores y documentos y todos sus papeles
personales. Durante siglos se paseó su historia al gusto
de quien la contara. La fama de personaje singular y
enigmático, de príncipe oscuro y malvado acompañó su
recuerdo... solo la adoración de la Infanta Catalina Mi-
caela por su padre, hizo a los historiadores cambiar su
retrato, ella fue la que guardó esas cartas halladas en Tu-
rín, donde todavía se conservan, y así nos llega el úni-
co testimonio real salido de su mano.
Bibliografía:
“Cartas de Felipe II a sus hijas”
Datos recogidos de la edición a cargo de
Fernando J. Bouza. Editorial Turner.
P
de Rebotica
LIEGOS
6
Retrato de las Infantas Catalina Micaela e Isabel Clara
Eugenia, las hijas que Felipe II, tuvo con Isabel de Valois,
realizado por Sofonisba . En 1599 Isabel Clara Eugenia visitaría
a la artista en su casa de Génova.
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