Hora y media a Manhattan
José Luis Palma Gámiz
Teloedito.com.- Madrid 2012.- 375 páginas.
L
a curiosidad estimula la búsqueda y activa el
conocimiento. Además delante de la ficción
literaria es perfectamente legítima y casi
imprescindible para seguir adelante. ¿Qué pasa si nos
acercamos al diván secreto del psicoanalista y nos
está permitido permanecer allí sin perturbar la
historia que se narra? Ocurre que encontraremos
entonces el discurso de un médico que supo alcanzar
la culminación profesional y que la perdió después
por la adicción a la droga y por su propio desatino.
Le escucharemos en un discurso construido a su
propio favor y leeremos después unas notas clínicas
escritas por su terapeuta que nos pondrán en guardia
contra lo que en cada sesión acaba de contarse.
Así que el escritor narra una historia y fabula y el
paciente añade a su verdad otra fabulación que el
lector, igual que el psiquiatra, tendrá que desentrañar.
Hay, es verdad, un juego de espejos que ocultan una
deformación lacerante en cada opinión que se destila,
en cada episodio que se recuerda. El resultado es un
monólogo doloroso que deja ver la dureza de las
situaciones casi sin despeinarse. Es en todo caso un
monólogo fascinador pues cualquier historia humana
deslumbra cuando alcanza una profundidad suficiente.
José Luis Palma es médico. Como escritor maneja
sus recursos con eficacia y buen estilo. Acaba de
obtener nuestro premio de poesía en su última
edición en la que por cierto también resultó ganador
del segundo premio de prosa. Aquí utiliza su amplia
experiencia profesional para mostrarnos esta
desdichada trayectoria de un hombre concreto, un
cirujano en este caso, al que acompañamos desde sus
estudios universitarios hasta su formación en los
Estados Unidos, su vuelta a España y su progresiva
autodestrucción.
P
de Rebotica
LIEGOS
43
LIBROS
José Félix Olalla
libros
Si tú me dices ven, lo dejo
todo… pero dime ven
Albert Espinosa
Grijalbo.- Barcelona 2011.- 202 páginas.
E
ste es un relato sobre niños perdidos entre los que
el narrador se incluye puesto que mantiene una
actitud propia de búsqueda y cuenta a sus lectores los
hitos de ese camino personal. Sobre la trama de un
detective privado, apenas esbozada a lo largo del libro,
se añade una voluntad explícita de ofrecer al lector
algunas claves de sabiduría personal que le ayuden
cuando cierre las páginas, algo realmente ambicioso y
difícil de conseguir. El protagonista viaja a la isla de
Capri para hacer un trabajo delicado, recuerda un viaje
anterior y a las personas que fueron importantes en su
vida.
Es pues una novela que quiere ser algo más que una
novela y que adopta un tono de sinceridad que a veces
consigue impactar. Hay en ella un gusto por las frases
contundentes, paradójicas, que abren cada capítulo y
que puede apreciarse también en el título general. Todo
ello se hace conciliar con una forma sutil de
esoterismo, al parecer necesaria para el mundo de hoy
en los hombres que fueron niños y que están ahora y
siempre necesitados de guía.
Trama esquemática y lenguaje sencillo, casi coloquial,
lleno de locuciones populares en su recorrido ligero a la
manera de un
scrip
de serie televisiva. Albert Espinosa
es entre otras muchas cosas guionista y escribe
interpelando continuadamente a la persona que le
dedica su tiempo. Ya encontró un eco notable con su
primer libro de no ficción titulado
El mundo amarillo
y
en esta ocasión maneja con habilidad los hilos de tres o
cuatro historias que a menudo deja suspendidas,
pendientes en el ánimo del lector, pero que siempre se
siguen con facilidad.