P
or muy aficionado y técnico que sea el
propietario, cualquier ganadero de reses bravas ha
de poseer una persona que conozca
profundamente la dehesa, los toros y los
problemas que plantean los diversos cruces,
alguien que lleve al día el importante registro de
la ganadería en todo momento. Este personaje, el
hombre de confianza del ganadero, es un hombre
de campo, en general de pocos estudios, pero de
una sabiduría popular heredada muchas veces de
sus padres y abuelos. Estos hombres que llevan
las ganaderías se llaman en Castilla, mayorales y
conocedores en Andalucía.
El mayoral o conocedor, en general, es el jefe y
encargado de la ganadería y el responsable de
cuanto ocurra. Señala parcelas en las que han de
pacer las vacas, los becerros, los novillos y los
toros. Las personas que están a sus órdenes
reciben el nombre de vaqueros y se les
recomienda el cuidado directo de las reses,
siempre bajo la vigilancia y autoridad del
mayoral.
En la elección de sementales y selección de la
tienta, la opinión del mayoral es fundamental. El
conocedor ha de llevar el historial de cada res con
todo detalle posible, así como el registro de toda
la ganadería. Se encarga del transporte de las
reses y generalmente, durante la lidia, asiste con
atención, al juego que da cada una de sus reses.
Con ello se comprenderá la importancia que
alcanza este hombre, caballista extraordinario y
clave de los éxitos y de los no pocos fracasos
cuando descuida su labor. El mayoral conoce
perfectamente a sus toros y los distingue a la
perfección, su pelaje, presencia y cuerna.
Una de las labores más importantes es su
participación en la plaza de tientas de la
ganadería. Esta plaza suele tener un ruedo de
cuarenta o cincuenta metros de diámetro, similar
a las de las plazas de toros. Allí está preparado el
picador, puya en ristre, sobre su caballo
protegido por el peto reglamentario. En el palco
o en el burladero, se coloca el propietario de la
ganadería con un libro de notas, acompañado del
mayoral que le va proporcionando los datos
genealógicos del animal a tentar.
En otro burladero, están los toreros que son los
encargados de parar las primeras y alocadas
embestidas de los becerros, colocarlos en suerte
para que acudan al picador cuando éste los cita y
sacarlos del encuentro cuantas veces estime
oportunas el ganadero. Una vez que la res se
estrella contra el caballo, sufrirá un puyazo leve,
observando la forma con que empuja y se crece
ante el castigo. Los toreros, a instancias del
ganadero, retiran al animal del encuentro y lo
vuelven a poner en suerte para que se repita la
operación. El número de acometidas que el animal
efectúa y el estilo de pelear contra el caballo de
picar, determinarán una calificación de la cual
queda constancia en la libreta del ganadero. Esta
es una primera nota, pero no la definitiva, puesto
que la prueba final ha de pasarla el animal ante la
capa y la muleta de los toreros.
Cuando el animal, a juicio del ganadero, ha
cumplido los requisitos del examen y tiene
adjudicada la nota, buen o mala, se devuelve el
animal al campo. Otro procedimiento es la tienta
en campo abierto, que se denomina también,
acoso y derribo. Son los dos sistemas
tradicionales para probar la bravura del ganado de
lidia.
Como hemos visto, la labor del mayoral en la
ganadería es muy importante, ya que de él
depende en gran parte, el elemento fundamental
de la tienta, el toro bravo.
Como buen aficionado que soy, aprovecho la
ocasión, para rendirle un sencillo homenaje al
mayoral, cuya labor muchas veces, no es
suficientemente valorada.
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P
de Rebotica
LIEGOS
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TAUROMAQUIA
Álvaro Domínguez Gil
tauromaquia
El mayoral en la
fiesta de los toros