FARMACÉUTICOS N.º 405 -
Mayo
2015
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ARTÍCULO CON FIRMA
P
or el camino de los almendros en flor se acercaba la pri-
mavera; cargada de colores y vida, abría nuevos brotes a
su paso. Por el camino de las jacarandas en flor, danzaban
mariposas y abejorros, cargando de sonidos su violeta flor.
Por el camino de los cerezos en flor, volaban los pajarillos
con arrullos de amor. A la vera de los senderos se llenan las prade-
ras de florecillas silvestres; jardines y balcones rebosan de color.
Crecen elegantes y sensuales bajo los bosques tropicales y visten
las cumbres de azules, violetas y amarillos, tonos preferidos de
Van Gogh.Y es que ¡son tan hermosas las flores!
Amariposadas, aclaveladas, cruciformes, rosáceas, labiadas o
acampanadas: todo en función de los pétalos, estructuras hojo-
sas coloreadas que forman sus coro-
las. Los responsables de sus múltiples
colores son los pigmentos: los más
importantes son los flavonoides; sien-
do los básicos, la pelargonidina (rojo),
cianidina (violeta) y delfinidina
(azul), y los carotenoides (amarillos y
anaranjados). Estas sustancias quími-
cas absorben selectivamente algunas
longitudes de onda de la luz y reflejan
otras. Cuando la reflexión de la luz es
total, las flores se visten de blanco;
por el contrario, toman colores oscu-
ros por el fenómeno de la absorción
debido a los pigmentos complemen-
tarios. Cuesta creer que la gran rique-
za cromática que percibimos a través
de los receptores de nuestras retinas
es, simple y llanamente, radiación
electromagnética que se propaga por
el espacio. Aunque podemos ver los colores del arco iris que for-
man la luz solar, somos incapaces de ver la luz ultravioleta, que
por el contrario es visible para los insectos polinizadores, la cual
es absorbida por un flavonolglucosido que se encuentra en ciertas
especies vegetales. Se conoce como “purpura de las abejas” y fun-
ciona como “guía de néctar”, patrones visuales de ciertas flores
para favorecer la polinización.
Revoloteando entre las florecillas, la abeja de la miel (
Apis
Mellifera
) sobrevuela brezos y retamas. Y en su camino, eucalip-
tos y romero va libando. En su particular danza arrastra el polen
pegado en su pequeño vientre piloso, transportándolo. Existen
unas 20.000 especies de abejas, pero son las de la miel (
Apis
Mellifera
) las que polinizan mayor cantidad de flores. A ellas le
debemos las almendras, melocotones, ciruelas, cerezas, manza-
nas o peras; fresas, frambuesas, tomates, berenjenas, calabazas
y calabacines; pepinos, espárragos y melones. Según la Asocia-
ción de Apicultores Gallega, una sola colmena es capaz de fertili-
zar las flores de una superficie equivalente a 350 campos de fútbol
en una sola jornada de trabajo. Para guardar sus alimentos –néctar
y polen– las abejas obreras construyen un milagro matemático de
aprovechamiento espacial, los panales de forma hexagonal hechos
de cera. Cera, que el hombre ha usado durante siglos para la ela-
boración de cirios y velas, impermeabilización de maderas, cue-
ros e hilos, así como en el mercado de la industria y el arte. Jun-
to a ella, encontramos el alimento de la abeja reina, la jalea real,
que posee un alto contenido en vitaminas del grupo B y los propó-
leos, mezcla de resinas que sellan las colmenas y que son intere-
santes desde el punto de vista terapéutico y usados sobre todo en
Estomatología (antiséptico bucal, hemostático y bactericida). Pero
si por algo son célebres estas criaturas fascinantes es por su capa-
cidad de elaborar a partir del néctar de las flores un dulce, dorado
y untuoso fluido, que conserva los aromas de la primavera ocul-
to en su composición, rico en carbohidratos, proteínas y vitami-
nas: la sutil, aromática y exquisita miel. Tiene propiedades anti-
sépticas, antibióticas, estabilizantes, antioxidantes y cicatrizantes.
Es un conservante natural. Tradicionalmente ha sido un ingredien-
te básico en las recetas de belleza de las abuelas y en la actuali-
dad se usa en mascarillas, champús, geles y concentrados anti-
envejecimiento. Desde el punto de vista de la cosmética, la miel
producida por la abeja negra breto-
na es la más codiciada por su pure-
za porque vive en uno de los hábitats
menos contaminados del mundo. Y
es que las condiciones medioambien-
tales de nuestros ecosistemas sufren
un deterioro continuo. Quizá por ello
en los últimos tiempos se ha detecta-
do la desaparición masiva de millo-
nes de abejas en todo el mundo. Los
científicos apuntan al uso de plagui-
cidas, al incremento de los monocul-
tivos e incluso a las señales emitidas
por los móviles y antenas de telefo-
nía móvil, que podrían interferir en el
comportamiento de las mismas. Api-
cultores de todo el planeta han dado
la voz de alarma. La apicultura, acti-
vidad que el hombre ha realizado des-
de el Mesolítico, está ahora de plena
actualidad y está avanzando el movimiento Beekeeper de apicul-
tura urbanita: en Paris se han instalado colmenas en los tejados de
la Ópera Garnier, también en el Waldorf Astoria de Nueva York.
Hay que salvar al actor y vector de la primavera, símbolo sagrado
de la diosaArtemisa, porque un mundo sin abejas sería un mundo
sin flores y, por tanto, sin frutas y verduras. El mito griego de Per-
séfone hecho realidad. Sería como secuestrar la primavera, donde
la vida va de flor en flor, donde los colores marcan los caminos.
La ciencia busca la belleza al igual que los artistas. Monet, gran
jardinero, plantaba los colores para pintarlos; Gauguin los usaba
para procurar sensaciones; para Turner son luz; y Matisse y los
fauvistas los consideran fuerza. Tendemos a imitar la maravilla
cromática de la naturaleza en el arte y la música. Estudios recien-
tes han revelado (UC Berkeley) que nuestros cerebros están dise-
ñados para establecer conexiones entre música y color (sineste-
sia), oír colores y ver sonidos; sentir el ritmo y la armonía. Hay
que vibrar y sentir el pulso de la vida. Volver a nacer cada prima-
vera que, siempre inspiradora, es capaz de crear miles de lienzos
y poemas; obras como el “Nacimiento de la Primavera” de Bot-
ticelli, la “Consagración de la Primavera” de Prokófiev o cancio-
nes populares como “de colores se visten las flores en la primave-
ra” que da título a este artículo. La primavera ha venido y nadie
sabe cómo ha sido, ¿O sí? Llegó bajo el sol de marzo, saturada de
aromas y colores, en una brisa ligera y templada, acariciando los
caminos a su paso.
✥
María del Mar Sánchez Cobos
Farmacéutica
De colores se visten las flores