Pero no faltaban disquisiciones estrambóticas,
como cuántas hormigas habrían de reunirse para
mover la campana de la iglesia, ni bromas
dirigidas al más ingenuo de los concurrentes: en
la tertulia de una pequeña ciudad lograron
convencer a uno de los miembros que tendría
un alto cargo en el gobierno y consiguieron de
éste una merienda. Como el nombramiento no
llegó, lo consolaron diciendo que alguien con
más amistades políticas y menos capacidades lo
había conseguido. En otra ocasión, las bromas
iban dirigidas siempre al mismo, que harto ya,
preguntó a un compañero de tertulia si habían
tenido intención de ponerlo en ridículo. Cuando
se le contestó que sólo habían tratado de
tomarle en pelo respondió: “quiero conocer la
extensión de esas bromas para graduar la
violencia con que debo cerrar la puerta al
retirarme”.
En una botica de la calle Montera se constituyó,
en 1773, la Tertulia Médico Literaria que luego
sería la Academia de Medicina. Quintín
Charlione, autor de una
Historia de la Farmacia
,
tenía una farmacia en Caños del Peral, cuya
tertulia estaba compuesta por destacados
progresistas que intervinieron en el
Pronunciamiento de 1854. Don Miguel de
Unamuno participaba en la tertulia de don José
Giral, en la calle Atocha de Madrid, donde se
redactaban manifiestos para propagar los
principios republicanos. Por la botica de don
Perfecto Feijoo, en Pontevedra, pasaron mujeres
distinguidas como Eugenia de Montijo, Emilia
Pardo Bazán o María Guerrero.
Antonio Machado acudía en Baeza a la farmacia
de Almazán y su obra
Meditaciones rurales
tiene
como base las conversaciones en esta tertulia.
Durante la Revolución de Septiembre, 1868, la
farmacia de Pico fue el centro de la
conspiración cartagenera, en ella se reunían
liberales convencidos que se echaron a la calle y
contribuyeron al triunfo de la “Gloriosa” en
Cartagena.
En una farmacia céntrica de Murcia se reunía la
tertulia de Cachapero (o Gachapero) donde se
leía El
Martillo
, diario de ideas exaltadas. Se
decía que los frailes no pasaban por la puerta,
por su exacerbado anticlericalismo.
De una farmacia murciana surgió la idea de
dedicar un monumento al escultor Francisco
Salzillo, está situada en la plaza de Santa Eulalia y
es la más antigua de la ciudad.
Las Fiestas de Primavera en Murcia acaban con
el Entierro de la Sardina, el origen de este
desfile está en una rebotica, cuando un grupo de
jóvenes, ataviados con túnicas y capuchones,
alumbrándose con hachones y portando un
túmulo con despojos de sardinas, se pasearon
por las calles de la ciudad. Desde 2006, esta
mascarada está declarada de Interés Turístico
Internacional.
Obras literarias y pinturas recogen las tertulias
de rebotica, lo que demuestra su influencia en la
sociedad decimonónica.
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Pliegos de Rebotica
2020
Fig. 1-Luis Jiménez Aranda: En la Rebotica, 1882
Museo de la Farmacia Hispana (copia). Madrid
