Revista Farmacéuticos - Nº 136 - Enero-Marzo 2019 - page 7

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os lunes siempre me han dado una
pereza considerable y no porque haya
abandonado la rutina. Mis días se repiten
con una precisión casi titánica y si
alguien quisiera sobresaltarme lo tendría
facilísimo a cualquier hora del día, idéntica casi al
anterior.
El camión había llegado puntual a la Oficina de
Correos, con el volumen propio de la época
invernal. Nos apostamos en nuestros casilleros
para ordenar por calles y números las cartas
antes de salir con los carritos. Cuando ya casi
había terminado mi tarea, me encontré una carta
muy inusual que provocó la rotura de mi rutina
al menos para el resto de la semana.
Se trataba de una postal con una breve nota “Tus
amigas no te olvidan” y dirigida a
Marlene Giesbert, Avenida Circular,
pasillo décimo tercero, Calle Nona,
nicho doscientos cuarenta y siete,
Altura segunda, sito en el
cementerio del Père– Lachaise
situado en el centro de Paris, y más
concretamente, en mi área de
reparto.
Durante un rato me quedé pegada
al asiento sin saber qué hacer.
¿Dejar la carta sin entregar?
¿Olvidarme de esa absurda broma
del destino? ¿Indagar en la historia
de la ilustre destinataria y de sus
remitentes?
– ¡Pero chica, despierta de una vez, que pareces
estar en babia! – me apremió la Jefa de sección.
Ni que fuera lunes.
Por encima de mi hombro descubrió el objeto de
mis desvelos. Una imagen de la Torre de Main
tower de Frankfurt desde la que se podía
admirar toda la ciudad y en la que había estado
durante las vacaciones navideñas captó su
atención.
– Ya te llegará el turno de descanso para que
puedas ir a visitarla. Ahora a trabajar, así que
apresúrate, que ya vamos con retraso.
Estaban próximas las elecciones presidenciales en
su segunda ronda, la semana anterior había sido
la fiesta nacional y algunos distritos se habían
sumado a una huelga reivindicativa para exigir un
aumento de la plantilla para poder llevar a cabo
el trabajo con mayor eficiencia, por lo que en
nuestra Oficina notamos una sobresaturación.
Mis compañeros tenían prisa por echarse a la
calle pues cuanto más tarde empezaran el
reparto, más tarde
terminarían de
entregar la última carta antes de terminar la
jornada.
Ese lunes ni siquiera pude tomar el café rutinario
con Elisabeth, ni tampoco Catherine me habló de
la competición del fin de semana con los arcos y
las flechas.Yo no pude contar que había
PREMIOS AEFLA 2017
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Pliegos de Rebotica
2019
Laboratorios Cinfa
Premio
Prosa
Lourdes Aso Torralba
El caos se impone
a la rutina
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