Revista Farmacéuticos - Nº 136 - Enero-Marzo 2019 - page 3

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e dijo una vez nuestro gran poeta José
García Nieto que todos escribimos
sobre lo que ya está escrito, que no hay
nada nuevo bajo el sol. Que todas las
situaciones, temas y sentimientos están
ahí desde que existe el hombre. Es cierto. El ser
humano va creando peldaños sobre otros peldaños
que alguien creó antes. No somos creadores, somos
en cierto modo magos capaces de trasmutar,
abrillantar y hacer nuevo lo que existe hace miles de
años.Y como soy farmacéutica y escritora, leyendo
libros de caballería –que a quién se le ocurre a estas
alturas– me llamó la atención el tratamiento que en
estos textos se le da a la botánica y su entronque con
obras muy pretéritas.
Dejando en otro apartado poetas y novelistas que
reflejan en sus obras plantas y flores como fondo de
paisaje, comparaciones con la amada o admiración
por la naturaleza, muchos son los autores que han
escrito sobre plantas que aparecen en textos actuales
mezcladas con la santería o simplemente con
supercherías que desafortunadamente deforman el
sentido más íntimo y fecundo de sus propiedades. En
el fondo no es más que un género bastardo de un
tratamiento más poético, misterioso y esotérico de
ese universo hermoso que es la botánica y sus
posibilidades.A esta reflexión me ha llevado mis
recientes lecturas de la novela medieval que, aunque
no sea perceptible en un principio, a su vez entroncan
con la literatura romana y griega.Y aún más allá.
Porque la novela griega es una de las ramas del
abundante género narrativo, oral y escrito, que se
desarrolló a consecuencia de la fusión greco-oriental.
Y por conducto de ciertas compilaciones latinas, así
como por numerosos conductos orales y escritos,
recibió la Edad Media copiosas colecciones narrativas
greco orientales semejantes a
Las mil y una noches
y a
las narraciones eróticas persas.
Estos relatos, tan poco
belicosos como la novela griega,
tratan en parte los mismos
temas. Son historias que
describen delicados amores,
exaltaciones espirituales,
padecimientos inmerecidos,
complicadas estratagemas,
juegos del destino y
extraños encantamientos.Y
no falta el elemento mágico
como en las novelas de
Apuleyo. Es de notar que
en la novela caballeresca
será frecuente que los enamorados protagonistas
tengan nombre de flor, como sucede entre otros
muchos ejemplos con
Flor y Blancaflor, La Violeta, La
novela de la rosa, Narciso y Alis o La azucena blanca.
En muchos de estas narraciones, frecuentemente
escritas en forma de largos y cuidados poemas,
encontramos el rastro de historias y mitos de autores
que describían las maravillas ocultas o no de la
botánica. Como afirmaba el monje Galfrido de
Monmouth en su crónica sobre la caballería “…
procedemos de romanos y troyanos e igual que ellos
somos una cultura antigua y civilizada…..” De forma
más o menos enmascarada encontramos los escritos
de Píndaro cuando en su cuarta Pítica cuenta que
Afrodita otorgó a Jasón el secreto de que ayuda a
volver a la vida una ancha flor de color parecido al del
azafrán de Cilicia cuya raíz tiene el aspecto de carne
recientemente cortada que encierra un licor negro en
su interior y que al ser cortada la tierra tiembla y
muge bajo los pies de quien lo hace. Lo que nos
recuerda la leyenda de la recolección de la
mandrágora.
O el relato de La Odisea, en la que se hace alusión a
que Ulises al llegar a la isla en la que la ninfa desea
retenerle, esta le hace oler un compuesto de una flor
que le hace perder el sentido del tiempo y de su
voluntad. Es cierto que las plantas nunca aparecen
como protagonistas, pero sin ellas el relato, la
explicación de un hecho, estaría incompleta.Autores y
sabios de la importancia de Plutarco, Séneca,
Anaxágoras, Píndaro o Apolodoro de Atenas entre
otros, dejaron una huella visible de la literatura de la
Edad Media y quizá también en la actual.
Porque, desengañémonos,
no hay nada nuevo
bajo el sol
, pero afortunadamente,
también está el milagro de la capacidad
del escritor de crear algo nuevo
sobre lo ya creado.
Nada nuevo bajo el sol.
Pero casi.
n
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Margarita Arroyo
Pliegos de Rebotica
2019
CARTA DE LA DIRECTORA
Casi nuevo
bajo el sol
Animismo en la Mandragora,
Tacuinum Sanitatis, 1474.
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