Cada primavera vengo a la vida de nuevo,
rebroto con fuerza y alimento así a muchas
criaturas.Verdaderamente eterna y
generosa, esa es mi continuidad”.
El círculo del destino añadió: “Ninguna
brizna es la misma después del hielo”.
Alzó con arrogancia su voz el río:
“Yo soy verdaderamente
eterno. Siempre
permanente, unas
veces cálido, otras
helado, siempre
desde las
cumbres hasta
los valles.Y así
doy de beber
a todo aquel
que a mí se
acerca.
Permanente y
generoso. Esa
es mi fuente de
continuidad”.
El círculo del
destino añadió:“Nunca
he bebido el mismo agua
en el río”.
Tomó la voz quien
quiso por los
animales de caza:
“Yo doy vida a la
pradera, muevo sus
tierras y alimento
generosamente a
otros. Soy numeroso y
en mi número está mi
constancia”. Miró al
destino como solo un
pillo puede hacerlo y
añadió: Generoso y en
número incontable esa
es mi constancia”.
El círculo del
destino añadió: “En
ocasiones, mucho
de algo es poco de otra cosa”.
Con talante raposo se puso en
pie quien representaba a los
animales de presa,
con voz pausada
dijo: “En efecto,
me nutro del gran
número, esa es mi
virtud, el
equilibrio. Soy justo al alcanzar mis presas
porque tomo a los que la vida ha
comprometido. Soy el verdadero árbitro y
eso me hace eterno. Justo y eterno, por eso
soy quien verdaderamente continua”.
Al terminar de hablar, miró de frente al
destino, no con arrogancia sino como quien
quiere expresar cierta complicidad.
El círculo del destino añadió:
“Conocí a tu padre y lo vi
decaer con el tiempo. Él
también fue en algún
momento justo”.
Se hizo un silencio,
en el fondo todos
debían enfrentarse a
los comentarios del
destino y lo efímero
de su existencia.
Entonces y de un
modo más solemne
habló una vez más el
círculo del destino: “Yo
soy eterno, porque tú árbol
haces eterno al bosque, la
hierba y a la pradera, el
agua corriente al río, las
rapaces y sus presas
andurrean en todas
direcciones dando
continuidad a bosques,
praderas y ríos.Yo, sin
embargo, seguiré siempre
aquí porque sé que para
ser eterno debo formar parte
de algo mayor que yo mismo.
Que me renuevo con cada
criatura y así soy otro y
redivivo al mismo tiempo.”
Todos quedaron en silencio, el
calor del verano se había disipado
lo suficiente como para que una
agradable brisa acompañara sus
pensamientos. Por un momento, aquella
brisa fue más fuerte que su inquietud
por averiguar lo que en la naturaleza es,
constante, al fin y al cabo, solo es
regularidad, repetición y servicio a una
causa superior. La brisa, aquella
agradable brisa capturó la
conciencia de todos los
presentes y por un
instante todos fueron
uno con el destino.
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Pliegos de Rebotica
´2017
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FABULA
