Revista Farmacéuticos - Nº 128 - Enero-Marzo 2017 - page 48

E
E
n el último número de nuestra querida
Pliegos, el actual presidente de la Asociación
lanzaba, en la página de cierre, un guante a su
amplia cohorte de lectores para reivindicar la
figura de Francisco Ors.
El guante recojo y a los recuerdos me acojo. Doy por
hecho que al presidente no le va a repercutir de forma
negativa y que aplicará su natural benevolencia en este
supuesto duelo/reto a la hora de batirse entre
pócimas, imprentas y revisiones de un pasado que se
aleja a
uña de caballo
o de
yegua
, que viene a ser lo
mismo. Por supuesto, la sangre no llegará al río; no hay
motivo, no hay razón.
Resulta que en 1980 -hace tanto ya- un valiente
farmacéutico valenciano se atrevió a estrenar una
rompedora obra de teatro en Madrid. En muchos
sentidos, era un tiempo nuevo para España y algunos
asuntos se trataban y trazaban con singular prudencia.
Por aquel entonces, transitaba yo en busca de la
gloria periodística por el viejo Monitor, a las
órdenes, ánimos y ocurrencias del siempre añorado
Pedro Malo. Eran buenos tiempos; como casi todos
¡Para qué nos vamos a quejar!
Aquel 21 de mayo
teníamos planeado
celebrar nuestro primer
aniversario de matrimonio
–naturalmente, mi mujer y
yo– en la mayor intimidad
posible, cuando Pedro me
anuncia que debemos
desplazarnos al teatro
Lara de Madrid para ver
una obra que está
causando cierto revuelo
en la escena de la capital y
que ha escrito un
compañero farmacéutico.
Todavía hoy me pregunto
cómo pude atreverme a
hacer la crónica de un
acontecimiento teatral, sin
experiencia alguna en la
materia y con muy escaso
bagaje respecto al arte de
Talía.
La obra que se representaba era
Contradanza
y su
autor, Francisco Ors, un avezado guionista de series
de televisión que, algo cansado de manipulaciones en
sus textos, se había lanzado al gran desafío de estrenar
un trabajo pleno de osadías y guiños a lo
políticamente incorrecto.
Francisco Ors, farmacéutico en Valencia, pasaba
grandes temporadas con su afamada hermana, Paquita,
en Zaragoza, pero había venido a estrenar a Madrid.
Que yo sepa, no era –ni fue después– socio de AEFLA,
a pesar de sus evidentes y demostrables inquietudes
artísticas, pero eso es lo de menos. Francisco Ors era
y es parte de nuestro patrimonio.
Su libreto
Contradanza
era interpretado por José Luís
Pellicena, uno de los actores punteros en la prodigiosa
década de los setenta, cuando España cambió su
rumbo, cuando no había Goyas que reivindicar pero los
actores y las actrices empezaban a desnudar sus ideas y
también sus cuerpos sin mayores remilgos.
Y eso tuvo que hacer el bueno de José Luís en el
escenario. El canto a la homosexualidad que promovía
nuestro Francisco Ors no se detenía en prendas y las
hacía caer todas para que no hubiera duda alguna
respecto a la trama y la
cuestión que se dilucidaba
a través de unos
personajes complicados,
llenos de dudas y
tentaciones, dispuestos a
desentrañar misterios
imposibles.
Porque, he aquí, que Isabel
I de Inglaterra, la última
reina Tudor, no era una
mujer. Su sexo real era el
masculino y para evitar
torturas y matanzas de su
progenitor, el degenerado
Enrique VIII, su madre Ana
Bolena, lo había ocultado
para salvarle la vida.
Claro está que entonces
no había igualdad entre
hembras y varones, claro
está también que las
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José Vélez García-Nieto
Pliegos de Rebotica
´2017
SOLES DE MEDIANOCHE
Del guante
y los recuerdos
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