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es totalmente legal, Bien de Interés Cultural en muchas Co-
munidades Autónomas, que por su propia naturaleza, singu-
laridad, y exaltación de la creatividad, es una manifestación
cultural única, con hondas raíces nutritivas de nuestra iden-
tidad española, por ello ha sido declarada por Las Cortes
Patrimonio Cultural Inmaterial De La Humanidad.
Pero los antitaurinos no quieren respetar las leyes, se
amparan en falaces ideologías de izquierdas, trasnochadas
sensiblerías, y un ecologismo, en mi modesta opinión, mal
entendido. Su objetivo es la suspensión de las corridas de
toros por la “crueldad” que supone matar en público a un
animal, tal vez humanizándoles, aunque en tono jocoso he-
mos de recordar que tan solo a algunos, pues las chinches,
los escorpiones, los piojos, las pulgas, las cucarachas y tan-
tos otros son así mismo animales.
El espectáculo es cruento pero no cruel y los aficiona-
dos no somos unos sádicos, sino que amamos a los anima-
les, lo que no excluye la evolución
e introducción de cambios necesa-
rios. Por eso el toro de lidia, animal
único, fue seleccionado por su fie-
reza, agresividad y bravura y criado
con mimo, en un ambiente de ple-
na libertad en las dehesas, que des-
aparecerían junto al ecosistema que
ello conlleva, si no existiese el toro
bravo.
El toro de lidia, animal irracio-
nal, está seleccionado y criado, por
otro animal pero racional, por su
acometividad y fiereza que utiliza
para defenderse. Esta cualidad, de animal irracional des-
aparece de forma natural en él y ahí interviene el hom-
bre que consigue en un enfrentamiento de vida y muer-
te, mágico ritual, dominar con su inteligencia esos
movimientos defensivos incontrolados haciéndolos con-
trolados, y para ello solo es necesario un engaño, percal
o franela generalmente de color grana!, ¡esa es la grande-
za del arte de torear!
Pero citando de nuevo a Bergamín en su
Entendi-
miento del toreo
recoge que este es: “naturalmente la
consecuencia de una limpia y fina sensibilidad… Las in-
comprensiones y oposiciones que lo rechazan no son
otra cosa, en definitiva, más que odio mortal a la inte-
ligencia: acumulación impotente de rencires sentimen-
tales en civilizaciones inferiores por primitiva aún y bár-
baras. Es el rencor sentimental de intelectuales de
improvisación, que son sentimentales disfrazados, sin
sensibilidad todavía para su natu-
ral y sobrenatural, y espiritual en-
tendimiento”.
¿Se habrán leído esto los anti-
taurinos?
Al respecto conviene recordar
a Federico García Lorca que dijo de
los toros que eran:“La mayor rique-
za de España, increíblemente des-
aprovechada debido, principalmen-
te, a la falsa educación pedagógica
que se nos ha dado.
Tal vez sea este el quid de la
cuestión.
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DESDE EL CALLEJON