Revista Pliegos de Rebotica - Nº 123 - Octubre/Diciembre 2015 - page 15

NUESTROS POETAS
Carmen Abad
El amor en la madurez
Mediada ya la andanza de la vida
me van acometiendo los destrozos que conlleva el vivir.
La impúdica visión de la vejez,
el implacable asomo de la muerte,
rondan las cercanías de mi casa.
De otro lado, me agitan emociones más amables:
confidencias de voces femeninas
al besar a mi hija por las noches,
o la estrenada hombría de mi hijo.
Y el alma va entre todo discurriendo,
acusando el embate de la esperanza y de la congoja
que no guardan la vez;
que, simultáneas, configuran el marco del destino.
Es entonces cuando entras tú en escena
y pones orden.
Tú perfilas la línea de mí misma
haciéndome encontrarme.
Tú me defiendes de la vicisitud.
Tú serenas el ánimo inconstante.
Sin ti yo perdería el horizonte.
( Fruta madura )
Fluctuaciones irracionales
Llega el amanecer, luz insegura
si me sorprende lejos de tu pulso.
Hiere el día, brutal, como un insulto,
si a mi pie no acompaña tu apostura.
Cerrada noche viste de hermosura
la luz que irradian nuestros cuerpos juntos.
Tu presencia suscita en un segundo
la razón para el canto y la dulzura.
Ligeras son las crudas inclemencias
con que viste el invierno sus mañanas
si se perfuman con tu dulce esencia.
Viste mi piel un viento de nevada
en verano, los días de tu ausencia,
y en mi labio la voz es desmayada.
(Fruta madura)
Huyó de mí
Huyó de mí esa ternura leve,
ese ardiente rubor en la mejilla,
ese temblar en auras temblorosas
oprimida por calmas infinitas.
Huyó de mí el fuego electrizante,
el desmayo frutal de la caricia,
la sonrisa que emerge tras el ástil
de la rabiosa risa incontenida.
De mí huyeron los soles imposibles
que se encienden y apagan cada día.
De mí huyeron los mundos…
esos mundos donde se vive de verdad la vida.
(El verso desvelado)
Tu recuerdo en quietud
Tu aparente quietud puebla mi sueño,
extiende su ala azul en manto suave,
navega en cotidianas soledades,
con viento calmo, con timón enhiesto.
Permite dibujar esbozos lentos
de palpitante calma en mis andares,
espacia con piedad momentos graves,
recubre con su pátina mi tiempo.
Confiado, me asalta la tormenta
en el momento en que desarbolado
el corazón no espera su violencia.
Caudal de vena rota desatado,
vestida de dolor se hace presencia
-quietud de tu recuerdo enamorado-
(El verso desvelado)
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