“Hoy quiero hablarles de Dios. Pero quiero hacerlo
desde una perspectiva que no viene en este libro. Hoy
les hablaré de lo que sé de ese misterio que llamamos
Universo. Sólo soy un astrónomo aficionado pero creo
que les puede resultar interesante, Como bien saben, el
cosmos está sembrado de estrellas, de planetas, satélites
cometas y otros cuerpos celestes. Entre ellos forman
sistemas, cúmulos y galaxias, interactúan por medio de la
extraña fuerza gravitatoria. Se rondan unos a otros y
mantienen el Universo en armónico movimiento. El
firmamento es bello gracias a esa interacción. Pero
además de estos cuerpos celestes visibles existen otros
que no pueden ser vistos. Los han llamado agujeros
negros y su naturaleza es tal que nada, ni siquiera la luz,
consigue escapar de su enorme atracción. Como si de
un sumidero se tratara, todo cuanto cae en su radio de
influencia desaparece.Tanto es así que ese enorme
epicentro genera a su alrededor un horizonte de
sucesos, una frontera con el espacio tiempo del resto
del Universo. Nada de lo sucedido fuera del horizonte
de sucesos afecta al agujero y nada de lo que acontece
en el interior puede ser percibido desde fuera. Esa
incapacidad para interactuar con el Universo, esa
renuncia a toda regla salvo la absorción produce el
efecto del horizonte de sucesos, esa invisible barrera en
el espacio tiempo”:
Tras estas palabras invitó a su congregación a meditar
unos minutos, después siguieron cánticos de
agradecimiento.
Finalmente, antes de terminar el encuentro, escudriñó a
la congregación en un intento de verificar el efecto
causado, entonces pensó:“parece que el pastor solo
debe guiar a las ovejas, de nada sirve hablarles del
camino”.
Después dirigiéndose a los presentes y en un tono
severo sentenció:“El próximo domingo que nadie asista
a nuestro encuentro si durante la semana no ofreció su
ayuda a un vecino”.
Se marchó a su despacho sin más despedidas.
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FABULA