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a España del siglo XIX no fue un buen caldo de
cultivo para la convivencia. Como componentes
principales, el coctel mezclaba unas gotas de ab-
solutismo –en franco declive con el ejemplo de la
vecina Revolución Francesa– y asonadas y suble-
vaciones de un ejército mal pertrechado y peor formado.
Además, las figuras políticas se dedicaban a tomar decisio-
nes de dudosa legalidad y fundamentadas en mucha into-
lerancia. La emulsión terminaba de diluirse en la pobreza
e insalubridad de una mayoría ciudadana que convirtió
nuestra piel de toro en un lugar donde ni siquiera resul-
taba sencilla la simple supervivencia.
Una preciosa localidad madrileña, hortícola, verde y lu-
minosa fue punto central de muchos de los avatares pú-
blicos habidos durante el siglo y su protagonismo em-
pezó pronto, cuando nadie habría vaticinado las
decadentes turbulencias reservadas a la España de la cen-
turia del 1800. Aranjuez fue, sin duda, centro neurálgico
y amoroso de muchos de los acontecimientos que con-
figuraron algunos de los hechos centrales de una histo-
ria que llevaría a nuestro país hasta la modernidad; eso
sí, con más penas que glorias.
Corre el año 1808 y la primavera se intuye en las solea-
das mañanas de los primeros días de marzo.Aranjuez res-
pira tranquilidad aunque la amenaza gala con la invasión
pacífica de sus tropas no hace otra cosa que encender aún
más la mecha de la indignación hacia unos monarcas co-
rruptos y un gobierno del favorito Godoy que parece más
dispuesto a la sumisión ante Napoleón que a resolver los
verdaderos problemas de una sociedad inculta, empobre-
cida y desorientada. La noche del 17 de marzo estalla el
motín en la localidad bañada por el Jarama en su desem-
bocadura al Tajo; la insurgencia ha
sido impulsada, probablemente,
desde algún despacho aristocráti-
co de Madrid. Los revolucionarios
asaltan el palacio de Godoy para
quemar enseres y destrozar todo
tipo de joyas y riquezas y Carlos
IV destituye al príncipe de la paz.
Él también abdicará una semana
después en Bayona y cederá sus
derechos reales a Fernando VII en
uno de los días más vergonzantes
de la historia española.
La apasionada historia de Pomona y Vertumno
No es este momento ni lugar para revisiones históricas,
así que dejemos a los Borbones en su peor momento y
centrémonos en Aranjuez, hoy asolada por una desafora-
da tormenta veraniega de viento, lluvia y granizo que se ha
llevado por delante uno de los mejores jardines de la pe-
nínsula al que costará mucho recuperar. Frondoso y rico
en especies de todo tipo de orígenes se trata de un pa-
raje bien regado por abundantes aguas fluviales donde el
reposo y los aromas forman un conjunto pleno de sensi-
bilidades. Un lugar muy recomendable para el paseo tran-
quilo y solazado, especialmente en las tardes otoñales o
de primavera y, si es posible, con la buena compañía de
esos amigos que duran toda la vida.
Por eso, Pomona se ha sentido siempre tan cómoda en
los tapices del palacio de Aranjuez. Por eso,Vertumno ha
logrado un éxito inconcebible oculto en el disfraz de una
anciana llena de arrugas y andrajos.
La apasionada historia de estos seres mitológicos no se-
ría muy conocida sin la serie de tapices que podemos
disfrutar en las salas del Palacio Real de Aranjuez. Felipe
II adquirió la colección de veintidós lienzos fabricados en
Bruselas por el maestro Pannemaker y se dejó llevar, sin
duda, por la voluptuosidad de alguna de sus escenas. Hoy
no pueden verse nueve de aquellos paños originales por
haber desaparecido en un pavoroso incendio que acon-
teció en 1734; quizá eran los más lujuriosos, pero los que
se exponen en las salas del Palacio son una muestra más
que suficiente de la imaginación desarrollada por el afor-
tunado Vertumno para disfrutar las mieles amorosas de
la preciosa Pomona.
Ovidio, en su descomunal
Las Metamorfosis
cuenta con de-
talle las vicisitudes de esta curiosa pareja llena de pasión
por el campo, el aire libre y los placeres del amor mutuo.
Quizá sean, sin saberlo, los patrones paganos de los mo-
dernos ecologistas, aunque muchos de estos últimos de-
berían documentarse un poco antes de tomar partido y
dirigir sus laicas jaculatorias para la correcta conservación
de nuestro planeta.
Pomona es una ninfa del bosque,
concretamente una hamadríade, en-
cargada del cuidado de un solo ár-
bol en el que habita y al que debe
cuidar porque su existencia se aso-
cia a la vida del citado árbol. Ella no
se conforma, seguramente, con esa
propuesta de vida sedentaria por-
que siempre aparece rodeada de
frutas y tierras sembradas, de jardi-
nes y flores cultivadas. Le gusta la
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José Vélez García-Nieto
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Pliegos de Rebotica
´2015
●
SOLES DE MEDIANOCHE
Aranjuez
tierra de pasiones
Cuando quieres realmente una cosa,
todo el Universo conspira para ayudarte
a conseguirla.
(Paulo Coelho)
Aranjuez