Revista Farmacéuticos - Nº 122 - Julio-Septiembre 2015 - page 36

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Pliegos de Rebotica
´2015
LOS CAMINOS COLATERALES DEL CORAZÓN
N
N
o puedo evitar pensar en los niños que
huyen del horror de una guerra como la de
Siria, buscando tan solo un sitio donde estar
tranquilos donde vivir en paz, donde el
corazón deje de tiritar por miedo, por
angustia, por realidades macabras como ver degollar a los
padres.Y leo y veo la foto de la zancadilla de la periodista
húngara a un hombre con un niño cargado a la espalda.
¿Qué está pasando en el mundo? ¿Es el miedo de todos y
cada uno de nosotros, que hace que en algunos momentos
más o menos duraderos nos volvamos locos? ¿Perderemos
la piedad, el amor, la generosidad? Hay padecimientos por
arritmia del pensamiento, que a veces acelera las
emociones canallas o destructivas y otras ralentiza o frena
el auxilio al necesitado.Y es entonces, cuando el sufridor, el
abandonado a su suerte, el indefenso, quien sabe mejor
que nadie que su corazón tirita; ese sí que sufre un
trastorno del ritmo cardiaco, gratuitamente, por un mal
trato.
Hablo con una mujer, que me cuenta que ha padecido
y padece crisis de pánico cuando su pareja bebe y no
controla. En una de sus vivencias con él –hace años–, la
expulsa del dormitorio, y me confiesa que a pesar de llorar
toda la noche, acurrucada en un sofá, y diciendo “
esto no
puede estar pasándome a mí
”, con el tiempo, se da cuenta
que ha perdido una cama de una habitación hermosa, pero
ahora ha ganado la paz que soñaba, tan solo con un
incómodo sofá de clic-clac. Le pregunto ¿cómo es él? –No
lo sé, me responde, no lo sé–, y me basta para no
profundizar en ese tema.
Me tomo un chocolate con una jovencita en un sitio
totalmente bohemio donde celebraba sus reuniones
poéticas Antonio Machado, en el Café Comercial en
Madrid. Estamos esperando que se haga la hora de acudir
a su primera clase de canto. La jovencita se llama Ada,
melena rizada larga, piel canela y una sonrisa atractiva. Me
habla del amor a la vida, a la música como algo
indispensable en su existencia, y confiesa que
su corazón
tirita
de felicidad al subirse a un escenario. Le hablo sobre
lo conveniente de tener unos
estudios de cultura, hacer ese
esfuerzo que desean sus padres,
pero ella desprende luz y disfruta
del momento que vive. No
tengo argumentos para
convencerla porque yo amo
la música también y conozco
perfectamente los momentos
felices que me ha dado.
Empecé a los 6 años a
estudiar piano, recuerdo a mi
madre coger mis manos muy pequeñas, y en la esquina de
una mesa hacer ejercicios para alargar el espacio entre mis
dedos para lograr que pudieran alcanzar “la octava”, en un
piano de segunda mano.Y aunque no añoro el pasado, en
este punto de la música y mi madre si repito rotunda la
frase de una canción: "
que no daría yo por empezar
de nuevo…
” ¡
cómo explicar cuando el corazón
tirita
!, como explicar mis exámenes en el Conservatorio
año tras año, de mis emociones al recibir la aprobación a
mi esfuerzo, ¡de mis buenas notas!...
De las vivencias relacionadas con la música, quiero
contar el caso de un chaval llegado a la UCI de
Neurocirugía de un hospital en Madrid, con
politraumatismo craneoencefálico por accidente de moto.
El chico, en estado de coma, y la madre de él, que me
aseguraba que cuando le apretaba la mano y le hablaba, ella
notaba una ligera señal. ¿
Usted cree que me oye? ¿Puedo
tener la esperanza de que despierte algún día? “Todo el equipo
me dice que es casi imposible”
. Me pedía que se lo
transmitiese al neurocirujano que llevaba el caso. Siguiendo
su petición se lo comentaba al especialista, que decía no
había respuesta. Un día, la madre le pidió permiso al
médico para traerle sus cascos y su música.Todo parecía
perdido y eso era tan solo para que al menos, si algo oía,
que fuera su música preferida –la que moviera sus
emociones– que dicho sea de paso era rock duro,
durísimo. Pasaron días, meses, y hoy está paseando por la
calle. ¡LA MUSICATIENE UN PODER ESPECIAL!
Hay emociones que transmitimos, que en este caso vi y
viví con aquella madre, hablándole sin cansancio, minuto a
minuto, a un ser con todas las complicaciones propias del
accidente y de una estancia prolongada en la UCI, que
intentaba despertar a su hijo –con conversaciones sin
respuestas, con monólogos de horas, palabras de amor y
de esperanza– y que un día se hizo realidad. Maravillosa
historia.
Charlo con una amiga de lo que yo llamo “
cuando el
corazón tirita
”. Mi amiga, internista ella, me explica la
relación del estrés, las taquicardias y las emociones. La más
bonita es la de una mano que apriete la tuya, piel con piel,
que conozca tus dedos milímetro a milímetro y
que no necesite ninguna palabra. Que te
transmita amor.Terminamos
nuestra conversación
afirmando, que podrán
quitarnos la vida pero
nunca podrán quitarnos
la emoción y el
sentimiento de ese
amor, de esa
caricia.
Aurora Sánchez Sousa
Cuando el
corazón tirita…
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