Revista Farmacéuticos - Nº 120 - Enero/Marzo 2015 - page 9

Y lo peor llegó despues, con el nuevo rey vino una
encantadora reina, Isabel de Borbón, que despertó
la admiración y los galanteos de Tassis, provocando
el disgusto del rey y los chismes de las gradas. Se
dice que Isabel nunca correspondió a ese amor
platónico.
Se extendieron por Madrid algunas leyendas
urbanas.
En una ocasión y viendo un un espectáculo de
picadores se escuchó a la reina un elogio a
Villamediana.
–¡Qué bien pica el conde!
A lo que el rey contestó
–Pica bien, pero pica muy alto.
Cuentan que en una vez el conde se presentó en
un baile, otros dicen que fue en la plaza Mayor, con
una capa adornada con reales de plata y una divisa
bordada en oro que decía “son mis amores reales”.
Clara alusión a la reina.
En la tarde de aquel 21 de agosto de 1622,
Villamediana y su amigo Luis de Haro salían de
palacio en coche dispuestos a pasear y no hacer
nada. El confesor del rey acababa de advertirle que
su vida corría peligro y le aconsejo prudencia…
No sirvió de nada. Al entrar en la calle Mayor
donde tenía su residencia, un desconocido ordenó
parar el coche con el pretexto de dar un recado
urgente y lanzándose sobre el conde le mató de un
bayonetazo. Murió allí, muy cerca del mentidero.
Muchos eran los que deseaban su desaparición
pero en la lista de los señalados como culpables
estaban el Rey y Olivares en primer lugar.
Mucho se ha escrito sobre la muerte de
Villamediana. Mezclando realidad y ficción hay
autores como Fernandez y Gonzalez en el S XIX o
Nestor Lujan en el XX. El tema y sus versiones ha
dado para las plumas de muchos.
Pero si buscamos algo más ajustado a lo que pasó,
más auténtico, tenemos la minuciosa investigación
que hizo el poeta Luis Rosales en su discurso de
toma de posesión en la Real Academia de la Lengua
el 19 de abril de 1964, “Pasión y muerte del conde
de Villamediana” .
En el siglo XX Marañon en su “D. Juan” escribe:
“Villamediana ha pasado a la historia con su
nombre unido al de Isabel de Borbón. A los pocos
días de su aparición con el lema “Son mis amores
reales” un asesino comprado por el Rey, le asestó
un bayonetazo al doblar su carroza una esquina de
la calle Mayor. Nunca nadie puso en duda la autoria
del complot y el por qué… En un palacio viejo de
La Mancha, adonde fui un día a ver a un viejecito
que se moría – y que parecía haber sido testigo del
paso de Don Quijote – vi, colgado en una pared, la
reproducción del retrato de Doña Isabel. Debajo
del nombre de la reina, una mano antigua había
escrito con tinta que ya apenas se leía: La novia de
Villamediana.”
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Pliegos de Rebotica
´2015
Isabel de Borbón
Retrato de Diego Velázquez,
1625.
El Conde de Villamediana. Juan
de Tassis y Peralta -Tintoretto Domenico
(Domenico Robusti)
Muerte del Conde de Villamediana
Manuel Castellano,
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