Revista Farmacéuticos - Nº 115 - Octubre-Diciembre 2014 - page 11

En los largos años de presencia española en
Filipinas, destacaríamos algunas singularidades.
Como ocurrió en la América española, el
establecimiento de Universidades fue muy
tempranero. La primera Universidad de Asia, como
hoy día las entendemos, la crearon los dominicos
(Santo Tomás), en 1611, en Manila. También hay
que recordar, que también allí se estableció, en
1871, la quinta Facultad de Farmacia de España. En
el periodo español, en estas más de siete mil islas,
sin contar las Marianas, Carolinas y Palaos, que
administrativamente dependían de Manila, la cultura
hispánica fue introducida, prioritariamente, por los
religiosos quienes, contrariamente a lo que hicieron
en el continente americano (Indias Occidentales), no
catequizaron a los nativos en idioma español, sino
que aprendieron y enseñaron en su propia lengua, de
ahí que el castellano se hablara mucho menos que en
América. Aunque, oficialmente, se mantuvo como
oficial nuestro idioma hasta mediados del siglo XX;
hoy día el inglés, impuesto por la colonización
estadounidense, es el preferente utilizado, siendo el
español una “reliquia” minoriatria.
Finalmente, y relacionado con la farmacia popular,
mencionaremos una curiosa edición titulada
Manual
de medicinas caseras para consuelo de los pobres
indios de las provincias y pueblos donde no hay
médicos ni botica
, compuesto por el R.P. Fr.
Fernando de Santa María, del Sagrado Orden de
Predicadores, ex-Procurador general, ex-Definidor
de su Provincia del Santísimo Rosario en estas Islas
Filipinas y ex Vicario de San Telmo del puerto de
Cavite; después de varias experiencias que ha hecho
en 38 años que tiene de residencia en estas islas, y
de otros apuntes que han comunicado varios Padres
Ministros celosos del bien de los indios. Con las
licencias necesarias, publicado en 1768 y reimpreso
en Manila en 1863, en la imprenta de Santo Tomás,
a cargo de don Juan Cortada.
En la página 4, de este texto, en la edición de
1863, hay una deliciosa imagen de Nuestra
Señora del Rosario y en la página siguiente
incorpora esta dedicatoria: “A la mejor Apoteca
de las Medicinas, María Santísima del Rosario,
en su portentosa imagen que se venera en el
Convento de Nuestro Padre Santo Domingo de la
Ciudad de Manila”. Luego, el buen fraile toma
las palabras que San Agustín usa para denominar
a la Virgen María: “Sacro-Santa Botica”.
Posteriormente, nos indica los tres tratados que se
contienen en este libro (de 209 páginas):
1.- De los palos y yerbas medicinales.
2.- De varias enfermedades.
3.- De varios Secretos y curiosidades dignas de saberse.
Al final incluye una tabla y vocabulario en los ocho
lenguas (que según él) se hablan en estas islas con
su equivalente en español: tagalo, pampango,
pangasinan, cagayan, visaya, camarines, zambales e
ilocos.
Entre las curiosidades del primer tratado podemos
considerar el amoyon o grano del Paraíso (que abunda
en los montes de esta tierra, usado como contra-veneno;
el azufre, contra la sarna; el catuit o consuelda de
Filipinas (raíz), de la que se preparan emplastos para
componer huesos quebrados; la cabalongo o leite, que
asimila a la pepita de San Ignacio; la yerba canadeauran,
en cocimiento, usada para curar las llagas de la boca y
garganta; el alumbre, mezclado con agua de llantén, dice
que cura las úlceras, etc. En su segundo tratado, que
versa sobre las enfermedades, recomienda curiosos
tratamientos, como las hojas calientes de tabaco, puestas
sobre la frente para combatir la jaqueca; para curar las
llagas de la boca de los niños, recomienda lavarles con
el zumo del bejuco colorado, que los tagalos llaman
“talola” y los pangasinanes “oay”; cuando el miembro
viril “ se encoge y se retira para dentro” recomienda
beber polvos de raspadura de la raíz oriental de
pandacaque negro diluido en un poco de vino o agua;
para matar las pulgas, dice que es remedio probado,
esparcir en el cuarto o lugar donde están la yerba que los
tagalos llaman “ locoloco” y los pangasinanes
“ambabangel”, añadiendo que en dos o tres horas no
queda ninguna viva; también recomienda aplicar la
sangre de lagartija grande de color pardo, para quitar las
verrugas. En el tercer tratado de este singular libro, se
ofrecen numerosas recomendaciones útiles, no sólo en
medicina popular sino también para facilitar la
alimentación o bien la propia existencia de los filipinos:
para ablandar las menestras en breve tiempo; ablandar
carne o pescado seco y quitarle la sal; para estañar
fierro, diligencia muy necesaria en esta tierra de
Filipinas; para aclarar el agua de beber (con
alumbre);para quitar el rancio a la manteca; para quitar
el verdín al tabaco de hoja; para librar de peste a las
gallinas, etc.
Es de suponer que con la creación de las facultades de
Medicina y Farmacia en la Universidad de Santo Tomás
de Manila, en el siglo XIX, todas, o casi todas, estas
prácticas debieron quedar relegadas.
P
de Rebotica
LIEGOS
11
Galeón español
1...,2,3,4,5,6,7,8,9,10 12,13,14,15,16,17,18,19,20,21,...52
Powered by FlippingBook