Revista Farmacéuticos - Nº 115 - Octubre-Diciembre 2014 - page 10

de un valeroso grupo de españoles, todos financiados
por nuestra Corona. Esas numerosas islas, llamadas
Filipinas en honor del príncipe Felipe, luego rey de
España y más tarde de Portugal (Felipe I), estaban
poblados entonces por nativos de diferentes etnias y
origen: “negritos” parecidos a los aborígenes
australianos, visayos de Borneo, sangleyes de la actual
China y malayos, principalmente.
El “tornaviaje” lo halló por primera vez el fraile
agustino antes citado, Andrés de Urdaneta, que había
sido militar en Europa y marino embarcado y conocedor
de la ruta lusa de vuelta (por el sur de Asia y África).
Con buen criterio debió pensar que lo mismo que la
vuelta de América a España era más favorable, vía
Azores, subiendo hacia el norte, siendo los barcos de
vela arrastrados y empujados por vientos y corrientes
predominantes que lo hacen en sentido de las agujas del
reloj, en el Océano Pacífico ocurriría lo mismo; acertó
Urdaneta y así los barcos españoles podrían realizar la
vuelta por ser camino “más corto”, en el que invertían
de cinco a siete meses. Es de recordar que el de
Acapulco a Manila duraba al menos tres meses (incluida
la arribada intermedia en la Isla de Guam). Hay que
pensar en la vida “aburrida” durante tantos días y noches
embarcados, soportando los rigores del clima (calor-frío,
lluvia-sequía, tormentas-calmas, hambre, sed,
enfermedades, parásitos, falta de espacio), y a veces
agresiones de enemigos.
El “descubridor” Urdaneta, retornó a México, donde
murió en un convento agustino, en 1568. Hoy día, en el
D.F. de México, hay un interesante museo dedicado a
los intercambios culturales y económicos, a la vida y
andanzas de hombres y barcos que desde 1565 hasta
1815 (dos años después de ser suprimido en las Cortes
de Cádiz y en pleno proceso de independencia
mexicana), unieron dos mundos.
En este periodo (siglos XVI y XVII) China y Japón casi
no tenían relaciones terrestres directas con España, sino
a través del Galeón de Manila. La segunda embajada
japonesa a la Corte hispana fue en 1613, hace
cuatrocientos años, a através de la Nao de la China.
No debemos olvidar que cuando los españoles se
establecieron en Filipinas, en Manila ya había
comerciantes chinos (sangleyes) y en el sur del
archipiélago la religión mahometana estaba ya
introducida, los cuales subsisten en la actualidad, en ese
país, donde mayoritariamente y excepcionalmente en
Asía, se profesa la religión católica.
Oficialmente México se independiza de España en 1821
(justo tres siglos después de su conquista por Hernán
Cortés). En 1813, las Cortes de Cádiz suprimen,
oficialmente, el nexo de unión que durante dos siglos y
medio unió Manila, capital de Filipinas, con Acapulco,
en México, entonces importante puerto de la Nueva
España, gracias a un famoso sistema de navegación: la
Nao de la China, Carrera de Acapulco, Galeón de
Manila o Galeón del Pacífico. El Galeón de Manila deja
de llegar a México, como indicamos anteriormente, en
1815. La supresión de la vía Manila-Acapulco, que
seguía luego hasta Veracruz y Sevilla o Cádiz, también
tuvo otras varias causas de ocaso: el asalto de los
insurgentes mexicanos al transporte con mulas de las
mercancías que se transportaban por caminos de tierra
entre el Pacífico y el Atlántico y también por un cierto
“visto bueno” de algunos comerciantes peninsulares.
El imperio chino que había conocido y divulgado en
Europa el genial Marco Polo iría, por otra ruta, a influir
cultural y económicamente en América y Europa con
sus porcelanas, lacas, sedas (mantones de Manila),
mercurio (de contrabando, compitiendo con el de
Almadén y a partir del siglo XVIII, con el peruano de
Huancavélica), a través del Virreinato de Nueva España.
P
de Rebotica
LIEGOS
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Fernando de Magallanes (1480-1521)
Primera circunnavegación del mundo
Andres de Urdaneta (1508-1568)
El “tornaviaje” descubierto por Urdaneta
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