Revista Farmacéuticos - Nº 115 - Octubre-Diciembre 2014 - page 3

E
s cierto; me gustan los refranes. Son
sentenciosos, concisos, familiares y casi siempre
ciertos. Claro que a veces hacen trampa y hay un
refrán que afirma una cosa y otro que propugna
exactamente lo contrario, pero no
importa. Lo cortés no quita lo valiente y
un pequeño detalle así no me va a hacer
menos aficionada a algo que, a pesar de
estar tan denostado, tiene la validez, la
pátina, la fortaleza de haber sobrevivido
durante siglos a todos sus enemigos y
eso que hubo
alguno tan
importante como
don Quijote. Por
algo será.
Soy refranera. Y además,
me gusta serlo. Ellos son
algo así como tus cómplices
porque te apoyan en cualquier
situación sea cual sea y no te
sientes sola cuando lo necesitas
aunque con frecuencia el oponente
también se apoya en otro que afirma
justamente lo contrario. Da igual. Si has
hecho bien tus deberes aún encontrarás algún otro
que te dé la razón, pero es seguro que no habrá un
cuarto para que te rebatan. Más de uno ha marcado
mi vida. Uno de ellos se lo oí a una persona a la
que no admiro precisamente, pero me dí cuenta de
que su respuesta estaría siempre presente para mí:
"el que resiste gana". Una frase nada
grandilocuente ni elaborada, ni simbólica. Directa
y clara, como son los refranes. Importante para
llevar adelante la vida, como muchos de ellos. Sé
que otras personas prefieren las frases oscuras, los
símbolos que pueden significar varias cosas
diferentes y sobre las que has de meditar durante
días para saber qué te quieren decir cuando
necesitas ayuda. Es una forma más exótica, más
elegante, porque ha de acompañarse de suave
música oriental, quemar aromas en pebeteros y
rodearte de colores hermosos. Sin embargo,
prefiero dejar eso para cuando me dan un masaje
que me deje flotando y mis refranes para cuando
tengo que actuar.
Y todo esto viene porque hace unos días ha
llegado a mis manos una proposición hecha por el
embajador de Palestina en nuestro país el señor
Musa Amer Odeh. Consiste en su
ofrecimiento para ser intercambiado por las
monjas secuestradas en ese maravilloso
pueblo Siria que es Maalula. Y es
necesario resaltar la valentía y el
desprendimiento necesarios para
hacer una proposición semejante
en un momento tan peligroso.
Hasta ahora le tenía por un hombre
inteligente y de mundo, pero a partir
de ahora, y con mi
admiración, ya sé que es
un hombre "en el buen
sentido de la palabra, bueno".
Obras son amores.
Evidentemente.
En una sociedad en la que tanto se habla y tan
poco se cumple. En la que las bellas consignas van
de boca en boca como bálsamos tranquilizantes y
salvadores porque con la repetición del arquetipo
es suficiente para sentirse buenos y justos sin tener
que demostrar nada, es refrescante y alentador
encontrar a alguien de sólidos principios. Con una
persona que consecuente con sus convicciones,
arriesga su vida por la de otros a quienes ni
siquiera conoce. No está el horno para bollos en
este momento en el que prima el gran mérito para
obtener y no para merecer. De agresiones cruentas,
de muertes inútiles, de ausencia de responsabilidad
y crueldad gratuita y sin embargo hay quien da un
paso adelante y se ofrece inerme, por amor a otro
ser humano, para paliar una injusticia. Gracias por
su ejemplo, embajador, que es cierto que, de la
buena gente virtud y valentía, en los aprietos
crecía.
Después de un ejemplo así, parece un tanto
pueril, quizá pequeño, pero dejenme con todo mi
cariño, con un abrazo cercano, cálido e
inmenso, desearles a todos
FELIZ. MUY FELIZ 2014.
P
de Rebotica
LIEGOS
3
CARTA DE LA DIRECTORA
Margarita Arroyo
Obras son
amores
1,2 4,5,6,7,8,9,10,11,12,13,...52
Powered by FlippingBook