Revista Farmacéuticos - Nº 388 - Octubre 2013 - page 33

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Reconocimientos y homenajes
La actuación de María Elisa Álvarez sin duda evitaría muchas
muertes ymuchas víctimas. Hubo quienminusvaloró su actuación:
su condición de mujer y de recién llegada a Canarias no ayudaba
a ponderar su actuación, que algunos atribuyeron a la casualidad.
Por ello, no está de más recordar la sentencia de Louis Pasteur:
“en
el campo de la observación, el azar sólo favorece a la mente pre-
parada”
. En efecto, ella misma recordaba que las sospechas del
metílico le vinieron a la cabeza, al recordar las claras explicaciones
sobre la toxicidad de este alcohol recibidas en Santiago del profesor
Montañés del Olmo, catedrático de Química Orgánica en Fonseca.
En los años siguientes María Elisa Álvarez sería objeto de
varios homenajes. Ella siempre quitaba mérito a su actuación en
las entrevistas que se le hacían. Por otro lado, su reconocimiento
público no fue tan rápido ni claro como se podría suponer hoy día.
La primera carta que recibió de felicitación fue de don Román
Casares, eminencia de la Bromatología española de la época. En
mayo de 1963 el Colegio de Farmacéuticos de Las Palmas le
ofrecería un homenaje; el de Asturias haría lo mismo poco des-
pués; finalmente el Consejo General de Farmacéuticos promo-
vería un homenaje ya con carácter nacional, que tendría lugar en
septiembre de 1965 durante la I Asamblea Nacional de Farma-
céuticos con Oficina de Farmacia, celebrada en Lloret del Mar
(Girona). Allí recibiría también una distinción oficial: la Enco-
mienda con Placa de la Orden Civil de Sanidad.
Por su parte, en mayo de 1965, tras dos años de trámites, la
Real Academia de Farmacia le otorgaría a título individual la
Novena Medalla
Carracido
, en su categoría de Bronce, rango
que se nos antoja escaso para los méritos contraídos.
50 años del suceso
Hoy, en el cincuentenario de aquellos hechos, sorprende que una
figura como María Elisa Álvarez, que merece estar en el Olim-
po de la profesión farmacéutica, no haya sido hasta el momento
recordada por las instituciones del sector. Su actuación encum-
bró a los farmacéuticos titulares como profesionales sanitarios
de primer orden; serían esos años –60 y 70 del pasado siglo–,
con múltiples retos sanitarios, la época dorada del Cuerpo, hoy
diluido por la realidad autonómica. Pero prestigió a la profesión
farmacéutica en general: en las entrevistas, como la publicada
en la revista
ACOFAR
en 1963, declaraba
“… Soy ante todo far-
macéutica, y me alegra mucho el haber servido a la profesión”
.
Sería deseable, por ello, que la profesión rindiese de nuevo
homenaje de admiración y recuerdo a esta compañera, cuya figura
no debe caer en el olvido, no sea que otros la recuerden y nuestro
olvido quede aún más patente. Conviene advertir de que este año
el cineasta Emilio Ruiz Barrachina ha rodado ya un largometra-
je documental, de próxima distribución, basado en el libro de Fer-
nando Méndez:
Metílico, 50 años envenenados
. Con todo, se des-
conoce cómo aparecerá reflejada la actuación de nuestra heroína.
Xosé M.ª Torres Bouza
Farmacéutico comunitario
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