FARMACÉUTICOS N.º 388 -
Octubre
2013
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6. Heloma periungueal y subungueal:
localizados en los
pliegues ungueales y en el hiponiquio, respectivamente.
7. Heloma vascular hemorrágico:
se trata de un heloma
duro que presenta hemorragias que se extienden a través del
estrato córneo. Es muy frecuente en pacientes con neuropa-
tías periféricas, especialmente en diabéticos, en los que puede
ocasionar complicaciones graves.
La complicación más frecuente de los callos es la aparición
de dolor al caminar, que desaparece al tratar la lesión adecua-
damente. Sin embargo, pueden adquirir especial gravedad en
sujetos con una sensibilidad dolorosa reducida, como pueden
ser los diabéticos con neuropatía periférica, en los que pueden
originarse profundas úlceras cuya curación puede ser extrema-
damente difícil por los problemas vasculares periféricos que
caracterizan a la diabetes.
Otra forma común de hiperqueratosis son los clavos, en los que
la lesión suele adoptar una forma redondeada y tiene un núcleo
central. Es prominente y puede alcanzar hasta 1 cm o más de diá-
metro. Los clavos se sitúan típicamente sobre los dedos de los
pies (en especial, los más pequeños, el 4º y el 5º) y tienen un color
amarillento o grisáceo. Suelen reblandecerse debido al sudor y al
calor reconcentrado en los pies. La principal diferencia entre los
clavos y los callos es que estos últimos no están tan bien delimi-
tados como los clavos y pueden no tener núcleo central.
Como en cualquier otra patología, el primer obje-
tivo del tratamiento de los callos y clavos consis-
te en eliminar o reducir en lo posible las causas que
los originan. Para ello, es recomendable la utiliza-
ción de calzado cómodo y elástico, junto con cal-
cetines que no sean irritantes químicos (son preferibles los
de algodón), así como modificar los hábitos incorrectos que
inducen a la reacción hiperqueratósica, tal como mejorar la
forma de caminar, modificar la postura o la forma en que se
emplea un instrumento, etc. Debe intentarse eliminar o, al
menos, reducir la presión sobre la superficie de la piel afec-
tada o, si ello no es posible, redistribuirla entre un área más
grande, con lo que la presión por unidad de superficie dismi-
nuye y, con ello, el efecto estimulante sobre la capa germi-
nal de la epidermis.
En sujetos que tienen alteraciones estructurales que pro-
vocan la aparición de zonas de rozamiento, puede ser con-
veniente la utilización de las almohadillas, anillos, parches o
vendajes protectores de gomaespuma, arcos, placas o barras
metatarsianas. Cuando la fricción es consecuencia de un pro-
blema biomecánico, suele ser más adecuada la utilización de
ortesis funcionales que ayudan a cambiar el reparto de fuer-
zas y presiones del pie. En los pacientes reumáticos o diabé-
ticos estas medidas pueden ser insuficientes, en cuyo caso
habrá que recurrir a calzado especialmente adaptado al sujeto.
Una vez instauradas las lesiones, el tratamiento consisti-
rá en la eliminación del tejido hiperqueratósico mediante el
frotamiento, inmediatamente después del baño, con piedra
pómez. Para las lesiones de los pies resulta fundamental llevar
zapatos firmes pero no duros que ajusten bien, así como almo-
hadillas o anillos de forma y tamaño que estén en función de
la extensión y localización del área afectada. También son úti-
les los parches y vendajes protectores de goma espuma, usán-
dose en ocasiones arcos, placas o barras metatarsianas que
permiten redistribuir las presiones. Las planchas de silicona
recortable son hipoalergénicas y amortiguan los roces y pre-
siones sobre el pie, pero no deben aplicarse en zonas con exu-
dación o infectadas.
Debe disuadirse a los pacientes de que ellos mismos se
recorten los callos, aconsejándoles que acudan al podólo-
go, especialmente si son ancianos, ya que las dificultades de
movimiento y las limitaciones visuales favorecen el recorte
excesivo o inadecuado. No hay que olvidar que el heloma es
una defensa ante una agresión y su eliminación radical pue-
de dar lugar a una lesión más grave. Además, si las medidas
higiénicas no son suficientes, pueden aparecer infecciones clí-
nicamente relevantes.
Los agentes queratolíticos, como su nombre indica, produ-
cen una desnaturalización de la queratina con la consiguien-
te destrucción del tejido queratinizado. Una de las aplicacio-
nes de los agentes
queratolíticos
cuando se usan –obviamente,
en forma tópica– en elevadas concentraciones es la destruc-
ción de los callos o helomas, denominándose también por ello
callicidas
.
El queratolítico tópico más utilizado y, seguramente, más
útil es el
ácido salicílico
, que se emplea en concentracio-
Tratamiento