FARMACÉUTICOS N.º 388 -
Octubre
2013
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Es muy importante conocer si realmente se trata
de un callo y cuál es el origen del problema. Es
especialmente importante no confundir los callos
con las verrugas, especialmente con cierto tipo
de éstas.
Las
verrugas comunes
son nódulos bien delimitados, de
superficie rugosa, redondeados o irregulares, firmes y de
coloración gris clara, amarilla, parda o negro-grisácea, de
2 a 10 mm de diámetro. Se observan con más frecuencia
en zonas sometidas a traumatismos (dedos, codos, rodillas,
cara), aunque pueden encontrarse en cualquier lugar. Las
verrugas periungueales
(alrededor de las uñas) son frecuen-
tes, como lo son las verrugas plantares (en la planta del pie),
que se aplanan por la presión y se rodean de epitelio corni-
ficado.
Se puede distinguir un callo de una
verruga plantar
eli-
minando la piel córnea: el callo muestra márgenes cutáneos
conservados, mientras que la verruga tiene unos márgenes
bien definidos, con un tejido macerado blando o un punteado
negruzco, producidos por la trombosis de los capilares. Cuan-
do se elimina la piel córnea en una callosidad, se reconoce una
zona central bien delimitada, amarillenta o transparente.
Otro cuadro que no debe ser confundido con los callos son
los
juanetes
. Éstos son debidos a una alteración articular y
ósea, que afecta al dedo pulgar de uno o ambos pies. Su ori-
gen suele ser consecuencia de anomalías anatómicas o del
uso de calzado inadecuado, que provoca el desplazamien-
to hacia un lado del dedo y la formación de una lesión de
tipo inflamatorio (bursitis). Los juanetes no son susceptibles
de ser tratados con preparados de aplicación tópica. En los
casos más leves pueden emplearse algunas medidas paliati-
vas (almohadillas especiales), mientras que las formas más
graves y discapacitantes suelen precisar una intervención
quirúrgica correctora.
Es importante transmitir al paciente la idea de que los
preparados queratolíticos son, por sus propiedades farma-
cológicas, irritantes para la piel no hiperqueratósica (que
presenta un delgado estrato córneo). Por ello, deben evitar
la aplicación de estos productos fuera del área afectada o
durante periodos superiores a 2 semanas. En caso de que el
callo sea resistente a este tratamiento, deberá requerirse la
atención especializada de un podólogo; igualmente, aque-
llos pacientes con tendencia a desarrollar callos o callosi-
dades en los pies pueden necesitar consultas regulares con
Valoración
nes que van desde un 8% hasta un 60%, según la forma far-
macéutica y los excipientes empleados (solución, ungüen-
to, parches, apósitos, etc.). Frecuentemente, va asociado a
otros agentes queratolíticos, principalmente el
ácido lácti-
co
y el
ácido acético
. En algunos preparados también pue-
den encontrarse otras sustancias, tales como anestésicos
locales (benzocaína), aunque éstos son de dudosa utilidad,
dado que el grosor del estrato córneo impide prácticamente
su absorción hasta las zonas inervadas de la dermis, donde
deberían desarrollar su efecto anestésico local.
Muchas de las formulaciones emplean
colodión
, una
sustancia plastificante que permite recubrir la dureza con
una capa uniforme, manteniendo un contacto continuo del
queratolítico con la lesión hiperqueratósica.
Existen diversas fórmulas magistrales que pueden utilizar-
se como callicidas cuando la concentración de queratolítico
no es muy elevada (ácido acético 5 g en 25 g de vaselina).
Cuando el queratolítico está más concentrado, se utilizan,
preferentemente, para el tratamiento de papilomas plantares
y verrugas. Se pueden preparar fórmulas de ácido salicílico
desde el 30% hasta el 80% en vaselina filante.
Los preparados tópicos queratolíticos se suelen adminis-
trar en dos aplicaciones diarias, generalmente al acostarse y
al levantarse. Normalmente, al cabo de 36 días el callo habrá
sido eliminado, aunque puede facilitarse esta acción median-
te un baño de agua caliente. Debido a su elevado poder de
hidratación, los preparados tópicos con
urea
(40%) son tam-
bién empleados en la eliminación de callos.