Revista Farmacéuticos - Nº 388 - Octubre 2013 - page 32

FARMACÉUTICOS N.º 388 -
Octubre
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Artículo CON FIRMA
T
odos los farmacéuticos conocemos el caso del metílico, ocurrido
en España en 1963. Fue una intoxicación grave, la mayor ocurri-
da durante el franquismo, que originó más de 50 muertes y dece-
nas de afectados con ceguera, debido al consumo de bebidas alco-
hólicas elaboradas con metanol. La intoxicación tuvo una especial
incidencia en Galicia, donde se originó el fraude, y en Canarias, don-
de fue descubierta por la farmacéutica María ElisaÁlvarez Obaya.
Aquel año un avaricioso bodeguero orensano, RogelioAguiar,
propietario de Bodegas Aragón, experimentó con distintos alco-
holes para multiplicar sus ganancias en la preparación de aguar-
dientes y otros licores; primero usó isopropílico, también tóxi-
co, pero finalmente, tomó contacto con Alcoholes Aroca, de
Madrid, distribuidor de metílico para uso industrial, cuyo precio
en torno a 15 ptas./L, la mitad del coste del alcohol vínico en la
época, desató su codicia. Así, adquirió hasta 75.000 L de meta-
nol, etiquetado claramente como “No apto para el consumo de
boca” y preparó diversos licores que distribuyó a otros almace-
nistas sin advertir de su posible toxicidad.
Descubrimiento del fraude
Una de las partidas llegaría desde Vigo a Lanzarote, a la localidad
de Haría, donde se producen, en el primer trimestre de 1963, tres
muertes, la última el 15 de marzo, viernes. Quiso la casualidad que
en este municipio trabajase como inspectora farmacéutica muni-
cipal María Elisa Álvarez Obaya, una joven asturiana, licenciada
apenas dos años antes. Al día siguiente de que todas las víctimas
habían consumido ron (aguardiente) en el mismo bar, sospecha por
los síntomas que el origen podría ser una intoxicación por metílico.
Adelanta sus sospechas al alcalde, que pone a su servicio un vehí-
culo y un guardia para refrendar su autoridad inspectora. Con dili-
gencia y celo profesional, recorre todos los bares y comercios del
municipio, e inmoviliza los productos sospechosos.
El 17 de marzo, domingo,
“… me encerré en la farmacia… y
monté la técnica para investigar el metílico”
en las muestras de
garrafas de ron; el resultado es claro: presencia –cualitativa– del
tóxico. El asunto es muy grave, por lo que, con prudencia profe-
sional, decide confirmar los resultados:
“me trasladé a la Jefa-
tura de Sanidad de Las Palmas… El análisis hecho en Haría
lo entregué a Francisco Rubio Guerra
–inspector provincial de
Farmacia–. Los resultados fueron confirmados.
Regresa a la isla de Lanzarote y redacta un informe fechado
el 21 al alcalde de Haría, suscrito también por el médico titular
del municipio, JoséAntonio Hernández Barreto, para su traslado
al Juzgado de Instrucción de Arrecife. Este informe sería funda-
mental en la resolución del caso.
Pocas semanas después, se nombraría un juez especial para
toda España, José de Cora Rodríguez, magistrado de la Audien-
cia de Ourense. En las investigaciones por toda España, pero
especialmente en las regiones citadas, los farmacéuticos titulares
municipales desarrollarían una intensa labor analizando aguar-
dientes, licores y otras bebidas, incluidos vinagres de uso en las
conserveras gallegas para elaborar pescados en escabeche.
El juicio tendría lugar a finales de 1967, cuatro años después,
dictándose sentencia condenatoria el 27 de diciembre contra
11 procesados, propietarios y gerentes de diversos negocios de
bebidas… que se declararon insolventes… y las víctimas fueron
rápidamente olvidadas.
Trayectoria profesional y personal
María Elisa Álvarez Obaya había nacido en Villaviciosa (Astu-
rias) el 12 de enero de 1934. Allí inicia el bachillerato en el
colegio San Rafael, regido por religiosas.
Por orientación familiar y con 17 años se matricula en la Facul-
tad de Farmacia de Santiago de Compostela; allí, en la vieja Fonse-
ca, realizaría casi toda su carrera. No fue el suyo un recorrido aca-
démico brillante, lo que ella reconocía:
“fui una mala estudiante”
.
En el curso 1960-1961 se traslada a la Universidad de Barcelona,
donde se licenciaría tras aprobar la única asignatura que le queda-
ba, Bromatología, curiosamente la disciplina que le haría famosa.
Apenas dos meses después de terminar su carrera estaba ya
en Canarias, para regentar una humilde farmacia en Haría, una
pequeña población del norte de la isla de Lanzarote sin agua
corriente ni luz todo el día. Allí trabaja también como inspectora
farmacéutica municipal interina desde enero de 1962.
En aquella farmacia
“minúscula, con un laboratorio modes-
tísimo”,
según sus propias palabras, descubriría el origen de la
intoxicación. Por su brillante actuación, las autoridades sanitarias
le la invitarían a trabajar en los laboratorios de la Inspección far-
macéutica de Las Palmas, dedicándose a análisis bromatológicos.
Allí trabajaría hasta su jubilación, si bien en 1969 ejercería
como regente en una farmacia en Las Palmas de Gran Canaria. En
1964 ya había ingresado en el cuerpo de IFM por oposición libre,
a cuya preparación se dedicaba desde su llegada a Lanzarote.
De naturaleza discreta, y con destacada humildad, evitaría
siempre hablar del caso, por los ingratos recuerdos; entre éstos
estaba el acudir escoltada por la Guardia Civil al juzgado de
Arrecife para declarar; también las amenazas recibidas al acudir
al juicio celebrado en Ourense en 1967.
En el ámbito personal, se casaría conAlberto RiveroMarrero, pri-
mero secretario y más tarde presidente del Colegio Farmacéutico de
Las Palmas, matrimonio que no tendría hijos. Sí tendría una sobrina
licenciada en Química, ElisaÁlvarez Castejón, y un sobrino político
farmacéutico,Aldo IessMarrero, fallecido tempranamente, a los que
enseñaría los rudimentos de las técnicas de laboratorio; ambos desta-
carían siempre la curiosidad natural y el tesón fuera de lo común de
su tía. Esa misma característica la refrenda JoséAntonioApolinario
Cambreleng, farmacéutico canario, compañero en la facultad com-
postelana y después en Las Palmas, y autor de varios artículos sobre
aquel suceso. Siempre estuvo unida a su familia de Asturias, a sus
tres hermanos y cinco sobrinos. Tras una rápida enfermedad, María
ElisaÁlvarez fallece el 26 de febrero de 2010, a la edad de 76 años.
Vindicación de
María
Elisa Álvarez Obaya
,
farmacéutica ilustre
Descubridora del fraude del metílico hace 50 años
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