Revista Farmacéuticos - Nº 138 - julio/septiembre 2019 - page 49

primaverales que tienen más de esnobismo y juegos
al límite que de amor por lo desconocido; donde
parece que todo lo que huele a sofisticación gana a la
pasión por la ciencia o el mero conocimiento; donde
no importa denigrar las alturas con un nuevo e
inaccesible vertedero que mancha estas
laderas –vírgenes hasta hace pocos años– con todo
tipo de desperdicios y material abandonado.
Son numerosos los trágicos testimonios que hablan de
unos descensos sin precauciones, con escasez de oxígeno
en bombonas de dudosa procedencia, sin paciencia
suficiente tras la larga espera y, lo que es peor, con prisa
para contarlo en las redes sociales y para depositar en
los portales fotográficos de internet la instantánea gráfica
que certifique la proeza. La hecatombe de 1996
producida por una imprevista tormenta de viento
tampoco sirvió para incrementar las cautelas.
El prestigioso montañero alemán, Ralf Dujmovits ha
relatado en varios artículos su experiencia por haber
subido los llamados ochomiles y confirma que, a
pesar de estar agotado, sintió una
liberación total
cuando llegó a la cima del Everest, pero que es
mucho más importante bajar con seguridad, incluso si
no se ha llegado hasta arriba:
Perdí a muchos amigos
que murieron durante el descenso a lo largo de los años,
muchos accidentes ocurren durante el descenso porque
la gente ya no se concentra lo suficiente, especialmente
en el Everest, donde hay grandes multitudes que suben y
bajan.
Todo demasiado superficial e inconsistente. No tiene
sentido arriesgar la vida por tan alto precio,
económico y físico, pero la estupidez de la ambición
humana alcanza tales cotas que sería preciso regular
unas mínimas condiciones y establecer normas de
obligado cumplimento para evitar desastres que
vienen repitiéndose con una periodicidad que
empieza a acostumbrarnos. Entre las distintas
naciones de la zona, Nepal y China básicamente,
debería existir una autoridad suficiente que, de
verdad, considere que se trata de vidas humanas y
que muchas de ellas se pierden sin sentido.
El cebo de la gran pantalla
A todos los atractivos evidentes del programa previsto
por las agencias se añadió, en el año 2015, el cebo de ver
reflejado tu propio viaje en la gran pantalla y que tu
personaje fuera asumido por una estrella de Hollywood
¡Sería el no va más!
El director islandés Kormákur hizo un gran trabajo
cinematográfico, reconocido con numerosos premios
en renombrados festivales, trazando un film con el
protagonismo principal del dueño de la empresa
alpinista que organiza estas expediciones y el papel
secundario de un periodista que se embarcó en la
ruta para elaborar su propio reportaje. La película no
tiene demasiado guión y arrasa con la
espectacularidad de sus paisajes porque además se
aleja del triunfalismo épico y se detiene a reflexionar
sobre las vivencias de los escaladores consigo
mismos, con el entorno, con sus compañeros de viaje
o con sus familiares y, en algún momento, nos
permite observar que la solidaridad no sale muy
fortalecida en instantes de
extrema necesidad.
Sería fácil terminar con un juego de palabras que
esgrimiera que al hombre siempre le gustó jugar con
fuego y que ahora también se deja sus ahorros y su
dignidad para jugar con hielo, pero prefiero hacerlo
recuperando a los auténticos héroes, Hillary y Norgay
que, tras la experiencia adquirida en estos sesenta años
largos, no estarían muy orgullosos del comportamiento
de sus congéneres y de la sensible falta de respeto
que,en general, merece esta incomparable maravilla de
la Naturaleza.
Quizá no les importe ya demasiado y se fumen un buen
cigarro para celebrarlo, pero me cuesta creerlo.
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Pliegos de Rebotica
2019
SOLES DE MEDIANOCHE
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