Revista Farmacéuticos - Nº 138 - julio/septiembre 2019 - page 50

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Pliegos de Rebotica
2019
PLIEGO DEL PRESIDENTE
Raúl Guerra Garrido
E
E
stas frases suelen fluir en los sistemas autoalusivos,
los que incluyen el “yo” o el “nosotros” de
forma más o menos explícita, cuando uno
habla de sí mismo, cuando un periódico da
noticias sobre periodistas, se rueda
una película sobre la filmación de películas o
cualquier otro caso similar de un sistema que
se refiere a sí mismo, pero también surgen, y
quizá con más fiera intención, cuando se producen
a bote pronto y fuera de contexto. El primer
ejemplo famoso de propuesta autoalusiva es la
paradoja de Epiménides: el cretense Epiménides
afirmó “todos los cretenses son mentirosos”; no
sabemos, ni falta nos hace, si había olvidado que su origen invalidaba su
declaración o si éste era justamente su deseo, en cualquier caso inventó la
paradoja del mentiroso y no digo “esta proposición es falsa”.
Las frases que se invalidan a sí mismas constituyen un fascinante territorio. En la
traducción quizá sea demasiado fácil: “Si esta frase estuviera en inglés diría algo
distinto”. En las grafías quizá sea más arduo, supongan que están leyendo esto: “Esta
horación contiene tres herrores”. Es verdad siempre que el corrector de estilo no
elimine las dos “h” y es verdad porque solo contiene dos fallos. Alguien jura haber
oído en la mili esta contundencia: “¡Desobedezca esta orden!”. ¿Inmediatamente?
La comunicación entre el texto y el ser humano a veces se hace con gracia extraña
y maliciosa como se puede comprobar en esta serie apócrifa:
Sócrates: “Está usted bajo mi control, porque estará leyéndome hasta
terminarme”.
Tierno Galván: “El lector de esta frase sólo existe mientras la está leyendo”
Fraga Iribarne es algo más agresivo: “¡A ver qué pasa ahí afuera! ¿Es usted
quien me está leyendo o es algún otro?”.
De todas formas es muy difícil llegar a la analogía dura de un John Cage
para deshacerse de un discurso que no le apetecía: “No tengo nada que
decir y ya lo estoy diciendo”. Las hay más blandas pero no por ello menos
divertidas, supongamos que escribo: “¿No le hace pensar esta frase en
Carlos III?” La respuesta debería ser no, pero le apuesto a que no es
capaz de leerla sin pensar por un instante en
el mejor alcalde de Madrid, también le
apuesto a que dentro de dos minutos y
medio no se acuerda de este pliego o
está intentando un malabarismo
verbal de su propia cosecha.
Sócrates
Frases
autoalusivas
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