Revista Farmacéuticos - Nº 117 - Abril-Junio 2014 - page 38

y después reía con ganas por el susto que les
producía.
Seguía Tigrín con su natural disfrute de la vida
cuando la casualidad hizo que se cruzara con
otro tigre, esta vez uno auténtico, de esos que
tienen garras y dientes de verdad y no simulados
de tela bien facturada. Tigrín rugió para asustar al
tigre, entonces el tigre saltó sobre sus patas y
calló sobre Tigrín mientras con sus zarpas le
abría la blanda piel de peluche y el algodón
brotaba como a borbotones de su interior. El
tigre, extrañado, apretó con sus dientes el cuello
de Tigrín, al comprobar su textura lo zarandeó y
lo lanzó por los aires, aún permaneció un rato
mirando su vuelo y caída. Después emprendió de
nuevo su camino sin mirar atrás.
Tigrín, medio tambaleándose por la falta de
relleno de algodón logró llegar hasta la casa del
artesano. El artesano le
miró, lo cogió en sus
brazos y lo entró en su
taller, le devolvió su
relleno y después
remendó con sumo
cuidado las rasgaduras.
Tigrín quedó bastante bien,
a penas se apreciaban los
desgarros, pero su alegría
se había transformado en
miedo y desconfianza. El
artesano, viendo que no se
decidía a salir de casa,
buscó un niño que necesitara un juguete y le
regaló a Tigrín. Al principio Tigrín se quedaba
quieto en la habitación del niño, no se atrevía a
moverse hasta que entrada la noche y cuando el
sueño había vencido a su nuevo compañero se
deslizaba hasta la cama y observaba atento su
reposar.
Poco a poco. La ternura y los cuidados del niño
hicieron que Tigrín ganara confianza y con el
tiempo los dos volvieron a sentir las ganas de
correr y jugar, esta vez solo en los campos que la
fantasía del niño era capaz de elaborar.
Finalmente, Tigrín volvió a ser feliz. Nunca más
fingió ser un tigre ni ninguna otra cosa que no
fuera ser Tigrín el tigre de peluche tan bien
hecho que parece de verdad.
Asi se terminó la crisis de Tigrin, aprendiendo
una valiosa lección: La mayoría de las crisis
suceden cuando pretendemos ser algo que no
somos y en consecuencia la crisis es solo el
modo en que la vida nos dice que debemos
encontrar nuestro sitio, aceptarnos tal y como
somos e intentando ser lo mejor de nosotros.
Miré a mi nieto, ahora parecía satisfecho. Nunca
sabré si por efecto de su nueva comprensión de
las crisis o simplemente porque había conseguido
una nueva historia de su abuelo. Sea como sea,
así resolví la crisis que me produjo su pregunta y
eso nos permitirá un día más de feliz contacto
entre un cerebro curioso y otro que se siente
obligado a satisfacer su curiosidad.
FABULA
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