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José Félix Olalla
Pliegos de Reboticca
´2014
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LIBROS
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Travesuras infantiles
Agapito Rodríguez Añel
Edición del autor
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Madrid 2014
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205 páginas
C
uando un adulto lleva a un niño de la mano debería
dejarse conducir por él pues, aunque parezca
paradójico, es el niño quien puede mostrar las cosas
realmente importantes. La infancia es ese periodo de
nuestra vida que está puesto al principio y que permite
contemplar sin los ojos sesgados por la experiencia. En
ella están inmarchitables el entusiasmo por lo pequeño
y la capacidad de asombro por lo grande.
En este libro,Agapito Rodríguez Añel, presidente del
Hogar de Ávila y abuelo joven de 87 años, recuerda sus
experiencias primeras. La historia de su infancia
comienza en Galicia, en Marín, y llega hasta la provincia
de Ávila.Arranca en la primera parte del siglo XX y se
topa por eso con el trauma de nuestra guerra civil. Pero
al autor le interesa decantarse por la parte amable, por
lo que él llama sus travesuras infantiles. Para eso tuvo
que desplazarse por razones de trabajo del padre por
distintas localidades, lo que otorgó al niño que Agapito
era, bastante libertad en las sucesivas adaptaciones.
Se describen con economía de medios y con eficacia
narrativa más de cincuenta episodios, apenas tamizados
por la nostalgia: desde un viaje clandestino en autobús
de un pequeño que apenas sabía mantenerse en pie
hasta una decepción que cerró una etapa, en la fiesta
de los Reyes Magos. El desarrollo del ferrocarril en
España cubre el telón de fondo.Todo se cuenta con
sobriedad aunque las ilustraciones fotográficas de la
publicación acercan el prisma. Los adultos están ahí,
como contrapunto, en guardia de las aventuras
infantiles pues, como muy bien le decía el aviador de
Saint-Exupéry al
Principito
, “los niños deben ser muy
comprensivos con las personas mayores”.
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Dulce objeto de amor
Raúl Guerra Garrido
Reino de Cordelia
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Madrid 2014
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117 páginas
E
sta novela corta de Raúl Guerra Garrido fue publicada
por Mondadori en 1990 y hoy la retoma en una
cuidada edición Reino de Cordelia. Podríamos empezar
diciendo simplemente que se trata de una novela erótica
pero eso sería insuficiente y nos llevaría a alguna
confusión. Se cuenta la aventura ocasional de un hombre
maduro, de los que se llaman de mundo, con una joven
mujer, en una noche que arranca en la cafetería del
Palace y que tiene un momento álgido en el asalto de
unos delincuentes al coche de la pareja.
Pero lo que predomina es el gran estilo narrativo de Raúl
Guerra, amparado de nuevo en la segunda persona del
singular. Con su acreditado oficio disecciona los
pensamientos de los dos protagonistas, alternados a
través de los párrafos aunque otras veces se aproveche,
para cambiar el registro, de las breves irrupciones del
diálogo. Este ejercicio constituye el contenido único del
relato y por otra parte obliga a reforzar la atención del
lector.
La narración se detiene en las infinitas formas de la
seducción con una demora calculada en la que
naufragarían otros escritores, unos cayendo en la
vulgaridad y otros en la grosería. Sin embargo Raúl
mantiene la elegancia, esquiva los tópicos y aplica el
talento en cada fino tallo de los pensamientos de la
pareja.
La unidad de acción está asegurada en una larga noche
que contra toda apariencia resulta ambigua y de final
incierto para el novelista y para sus lectores, pero el
desafío está ahí: pulir una joya con solo dos personajes y
unas cuantas horas estranguladas.
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