epilepsia, un término creado por Charcot en el
siglo XIX, que es una histeria con temblores y
convulsiones. Todo eso unido a perversión sexual
e ideas de persecución. Se agarró a los
antecedentes familiares de las hermanas y a una
posible relación incestuosa entre ellas. Pero a
Logre no le permitieron entrevistar a las hermanas
y le criticaron por “hablar de oídas”.
El 29 de septiembre de 1933 comienza el juicio
en la Audiencia de La Sarthe en medio de una
gran expectación.
Aparece en escena Jacques Lacán, un joven
psiquiatra que toma partido por el peritaje
psiquiátrico y no está de acuerdo con el
diagnóstico de histero-epilepsia. Para él, estaban
ante un crimen con homosexualidad femenina,
delirio compartido o
folie á deux
, agresión
inmotivada, tensión social y autocastigo. Opinaba
que el apagón materializaba el silencio entre amos
y sirvientes “no pasaba la corriente en tanto no se
hablaba”. El verdadero móvil era la estructura
paranoica a través de la cual el asesino “hiere al
ideal de amo que lleva en si”. Lacán no se
entrevistó nunca con las hermanas, pero su fama
se acrecentó con los trabajos psiquiátricos
relacionados con el caso.
El doctor Benjamín Logre manifiesta “cuando se
leen las declaraciones que hicieron después del
crimen, uno cree estar leyendo doble”.
A nadie deja indiferente este crimen. De ellas se
ocupan los más importantes periodistas, la “flor y
nata” del periodismo. Se leen titulares en la
prensa como estos:
“Víctimas expiatorias de una despiadada sociedad
burguesa” “Odio de clase” “Monstruos
sangrientos desprovistos de toda humanidad”.
Finalizado el juicio, se esperaba con gran interés
la sentencia. ¿Las declararían enajenadas? La
valoración de la imputabilidad, en estos casos, es
complicada porque no todo enfermo mental es un
enajenado.
Se las condenó como personas responsables de
sus actos. Christine fue condenada a muerte y
recibió la sentencia de rodillas. A Léa se le
condenó a 10 años de trabajos forzados en prisión.
Las dos hermanas fueron separadas porque en los
casos de delirio compartido, el sujeto pasivo, en
éste caso Léa, debe recibir tratamiento
psicoterapéutico para lograr la recuperación y
sobre todo con la finalidad de aceptar que el otro
está realmente enfermo y que no es necesario
compartir la locura. Normalmente con la
separación del sujeto primario que es el inductor,
en este caso Christine, el psicótico compartido
junto con su ideación delirante va desapareciendo.
A Christine le conmutaron la pena de muerte por
la de cadena perpetua. Cinco meses después,
presenta una agitación violenta con alucinaciones
terroríficas y es necesario ponerle camisa de
fuerza. Es internada en
el asilo de alienados de
Rennes y allí muere en
1935 víctima de una
caquexia vesánica
, es
decir, un desgaste
extremo con
desnutrición, astenia,
anemia. Para entonces
hacía tiempo que había
dejado de nombrar a su
hermana.
Léa, tras cumplir su
condena, sale de
prisión en 1941 y
vuelve a emplearse de
sirvienta con nombre
falso en un hotel de
lujo. En su nuevo
empleo es Marie del
servicio de
habitaciones.
P
de Rebotica
LIEGOS
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BOTICARIOS
Psiquiatra Jacques Lacán