Revista Farmacéuticos - Nº 113 - Abril/Junio 2013 - page 49

hasta el cauce de los dos ríos
que bañan la ciudad.
Los hijos de Homais
El viejo boticario de
Yonville se llevó el disgusto de
su vida cuando su único hijo le
comunicó que no estaba
dispuesto a seguir los pasos de
su padre, que el laboratorio de
pócimas y emplastos no le
interesaba y que los brillos del
nuevo imperio francés
encabezado por Napoleón III le
atraían sin disimulo y le conducían, también sin
remordimiento alguno, hacia la carrera militar.
Lo malo de la cuestión es que Prusia declaró la
guerra a Francia -¡cuantas veces a lo largo de la
Historia de estos dos países!- y que la capital de la
comarca, Rouen, fue invadida por las fuerzas teutonas
sin la menor contemplación y quizá con excesivas
facilidades.
Las fuentes documentales de los dos ejércitos no
coinciden siquiera en la importancia de la ocupación
de Rouen. Para los prusianos, la anexión de
Normandía se produce tras la victoria del general de
Manteuffel sobre su homónimo en rango, el general
Favre, en Amiens el 27 de noviembre de 1870. La
entrada en Rouen, ocho días después, apenas tiene
sentido estratégico y el comandante Rolín, uno de
los héroes franceses en el conflicto, se atreve a
señalar el grave error del mando galo al mantener en
los cuarteles a la Guardia Nacional, cuerpo al que
pertenecía nuestro Napoleón Homais, hecho
prisionero y trasladado a la frontera germana sin
haber entrado en combate.
El desenlace de la guerra fue muy humillante para
Francia que, en septiembre de 1870,
vuelve a convertirse en república y
a comienzos del 71 firma un
armisticio con importantes pérdidas
económicas y territoriales.
Recuperada la libertad a finales
del 1875 nuestro joven Homais,
descreído, arruinado y sin
perspectivas, huyó a tierras inglesas
donde los repatriados galos eran
bien considerados y se empleó
como mancebo en una farmacia de
Brighton. Volvió a su país en 1918,
tras la Gran Guerra, anciano y sin
recursos suficientes para sobrellevar
la vejez. Le recogió su hermana
Atalia y acabó sus días contando
historias bélicas inventadas y en las
que nunca tuvo posibilidad de
intervenir.
En cuanto a Atalia, la influencia
de su padre el boticario Homais, no
fue del todo perjudicial. Su defensa
de la igualdad de derechos de los
dos sexos, le obligó a ser
coherente en su propio hogar y
permitir que su hija adquiriese
una formación media de cierto
nivel. Fue maestra de los niños
de Yonville durante décadas y
su dedicación fue reconocida
por las instituciones educativas
de la región en varias
oportunidades.
Atalia cumplió diecisiete
años cuando las tropas de von
Bismark aparecieron por el
pueblo. Era una moza
agraciada, con estilo y un perfil económico que no
pasó desapercibido a los invasores. Homais, el
patriarca farmacéutico, siempre había admirado la
potencialidad investigadora de los vecinos del Norte y
distintos descubrimientos farmacológicos que, como
científico de batalla, le habían sorprendido en más de
una ocasión. Se declaraba seguidor absoluto de las
teorías microbiológicas del casi imberbe profesor
Robert Koch o los trabajos bacteriológicos de su
maestro, el doctor Henle, en la universidad de
Gottingen y miembro insigne de la que posteriormente
sería denominada como la edad heroica de la medicina
alemana.
Atalia se centró durante los meses de ocupación
en la ayuda a destajo en la farmacia de su padre, que
preparaba botiquines de urgencia, cataplasmas y
jarabes para prevenir o curar infecciones, heridas de
bayoneta y otros encuentros indeseables entre
vencedores y vencidos. El contacto pacífico, el
interés por aprender de Atalia y un atractivo oficial
alemán, llamado Jürgen Stauffer, hicieron posible un
idilio que perduró en el propio Yonville, hasta que la
Primera Guerra Mundial, en 1914, volvió a alterarlo
todo, arrasando vidas, familias,
costumbres y armonías.
Definitivamente, el ser humano no
parece dispuesto a aprender de sus
propios e inaceptables errores del
pasado, aunque hayan sido
recientes. Jürgen, que vivía
tranquilo y sin mayores
preocupaciones, ayudando en la
farmacia de su hijo –que la heredó
de su singular suegro- hubo de
huir con lo puesto tras la denuncia
anónima
por boche
de algún
vecino envidioso y cobarde.
Hoy, la farmacia Stauffer
de Yonville, con más de un siglo
de antigüedad se ha convertido
en visita obligada para los
turistas que se acercan a esta
población quimérica donde
Emma Bovary se dejó llevar por
sus flaquezas, sus lujuriosas
pasiones y sus desmedidas
ansiedades.
P
de Rebotica
LIEGOS
49
La farmacia de Homais
Madame Bovary camina
por los soportales de Rouen
con su amante
1...,39,40,41,42,43,44,45,46,47,48 50,51,52
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