Revista Farmacéuticos - Nº 415 - Abril 2016 - page 41

FARMACÉUTICOS N.º 415 -
Abril
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ARTÍCULO CON FIRMA
L
as horas transcurrían cálidas abriendo puertas al pasado,
respirando el polvo rancio en aquella biblioteca. Escudri-
ñando el siglo XVI en busca de remedios curativos, usos
medicinales de las plantas o reseñas sobre boticas en la
obra cervantina. Horas y horas enredadas entre las páginas
de aquellos ajados ejemplares. Es cierto que ahora con las nue-
vas tecnologías se podía agilizar el trabajo pero... Se quitó por un
momento las gafas. Miró a la derecha y fijó la vista en un mon-
tón de libros apilados que le recordaron
cuántos, antes que ella, se habían senti-
do atraídos y apasionados por la investiga-
ción. Búsqueda documental: ¿creación?,
¿recreación?, ¿un nuevo enfoque?, ¿qué
es lo que realmente buscaban los historia-
dores científicos como ella? Catedrática
en Historia de la Farmacia, se encontra-
ba ante un auténtico reto: colaborar en las
conmemoraciones del IV aniversario de
la muerte de Cervantes. Semioculto entre
sus congéneres, un pequeño libro le lla-
mó la atención. Una antigua edición de
la novela ejemplar cervantina “Rincone-
te y Cortadillo”.Al cogerlo, se abrió y una
rama seca de tomillo cayó sobre la mesa.
La rubia profesora sonrió. ¡Pobre mata
olvidada, puesta a secar, entre las hojas
de un libro! ¿Sería un herbario su destino
final al que nunca llegó? En ese momen-
to le vino a la memoria aquel tiempo leja-
no cuando salía cada sábado a la caza de
nuevas especies para el suyo. La botáni-
ca es una disciplina obligada en la carre-
ra de Farmacia y el estudio y la clasifica-
ción de las plantas medicinales ha interesado desde la antigüedad.
Linneo, el llamado
Princeps Botanicorum
, es considerado el fun-
dador de la taxonomía moderna que todos conocemos. Así que
aquella ramita se denominaba
Thymus vulgaris
. Semiarbusto de
flores rosas y aromáticas se utiliza como condimento, antiséptico
y expectorante. El gran botánico José Celestino Mutis, que tuvo
una gran relación de amistad y colaboración con Linneo, antes
de su gesta científica americana, recogió semillas de esta planta a
su paso por El Arahal en Sevilla, con objeto de llevárselas a ultra-
mar. Mutis fue puesto al frente de la expedición botánica a Nue-
va Granada, en tiempos de la España Ilustrada bajo el reinado de
Carlos III, que tan bien conocen académicos como Rosa Basante,
Javier Puerto o Bartolomé Ribas Ozonas. Es la Real Academia de
Farmacia un lugar de estudio de las Ciencias Farmacéuticas y del
Medicamento; de investigación y conocimiento. Entre sus fines
están la promoción de conferencias, coloquios, estudios o mono-
grafías. Aún se oyen los ecos de la sesión celebrada en 2006 sobre
la “Farmacia en tiempos de Cervantes”, en la que participaron
Mariano Turiel, Juan Esteva, José Antonio Pérez Romero, Fidel
Ortiz, Ángel del Valle y Eugenio Selles, coordinados por María
del Carmen Francés. En ella se abordaron temas como los medi-
camentos en el Renacimiento, los preparados oficinales, la alqui-
mia y la cosmética en el Quijote, así como los hospitales españo-
les en la época de Cervantes.
Leer, entresacar, consultar. Explorar en los territorios cervanti-
nos en busca del alma humana. Descubrir la vida sencilla a la ori-
lla de los caminos, en pueblos y villas. Analizar la obra del mito
de las letras españolas desde la memoria, la medicina, la ciencia
y la historia es una constante entre los intelectuales: Menéndez y
Pelayo, JuanValera, Unamuno y un sinfín de pensadores tomaron
el cervantismo como modelo de vida. Sabemos que Cervantes
fue uno de los autores que más se documentaron científicamen-
te. Hay que tener en cuenta que su padre, Rodrigo de Cervantes,
fue zurujano (a medio camino entre médico y barbero), incluso
pudo ser farmacéutico, según un artículo publicado en 1947 por
Shefield, en el Pharmaceutical Journal (órgano de la Real
Sociedad Farmacéutica de Gran Bretaña). Es posible que don
Miguel conociera la obra del médico renacen-
tista Andrés Laguna, traductor de la materia
médica de Dioscórides. El médico y cervan-
tista Francisco López Muñoz y el catedrático
de Farmacología de la Universidad de Alcalá
de Henares, Cecilio Álamo, así lo afirman en
sus trabajos sobre la ciencia y el Siglo de Oro.
!Oh!, el Príncipe de los Ingenios, aventurero
y soñador; irónico y humorista burlón; mito,
icono y figura, sigue siendo estudiado, ensal-
zado y cantado. Cobran actualidad aquellos
versos del gran poeta y farmacéutico León
Felipe. Y de nuevo... “Por la manchega llanu-
ra/se vuelve a ver la figura/ de don Quijote al
pasar”. Se visten de fiesta los caminos y moli-
nos. Vibran en el aire palabras antiguas, llenas
de poesía y sabiduría. Las Academias e Insti-
tuciones, Universidades, Bibliotecas y Funda-
ciones se retan cual caballeros andantes para
ensalzar más y mejor al misterioso escritor.
También los farmacéuticos de AEFLA des-
de sus Pliegos de Rebotica o Daniel Pache-
co desde el Ateneo Madrileño... Y las prensas
y cajas de la imprenta que custodia la Socie-
dad Cervantina en la calle Atocha, y que con
tanto mimo dirige Luis María Ansón, se estremecen. Recuerdan
a aquella, la que en ese mismo lugar –en el taller de Juan de la
Cuesta– hizo posible que los personajes de las obras de Cervan-
tes se emanciparan de su autor.Ya tienen vida propia. Cabalgan a
lomos del tiempo. Inmortales. Hijos de su juventud o de su senec-
tud. Van y vienen. Nacidos en cautiverio, en Sierpes o en Argel.
Nacidos en libertad, al contemplar su autor, las interminables lla-
nuras o el inmenso mar. Atrapan, enamoran y cautivan. Todos
moran en los anaqueles de las bibliotecas del mundo entero. Des-
de 2015 han conquistado el mundo interestelar: Dulcinea, Roci-
nante, Quijote y Sancho, así se bautizaron los planetas que orbi-
tan alrededor de la estrella (Q-Arae) situada a 49,8 luz, llamada
Cervantes. La del alba sería cuando nuestra investigadora desper-
tó de su ensoñación. Aún podía escuchar el rasgueo de la pluma
del escritor sobre el pergamino. Imaginar cómo su letra elegan-
te fluía pausadamente. Llevaba horas sumergida, cual espeleólo-
ga cervantina en un océano literario y científico, buceando entre
palabras e ideas, esperando dar un nuevo enfoque, arrojar una luz
distinta sobre un campo tan profundamente estudiado. Se sen-
tía feliz por compartir aquel viaje a un tiempo de héroes y villa-
nos, en los que la actividad científica y la Historia Natural estaba
en pleno auge. Abrió la novelita ejemplar y suavemente colocó la
quebradiza rama de tomillo en la pagina donde la había encon-
trado. Casi sin darse cuenta se dejó llevar por el aroma a tomillo,
albahaca y romero. Se embriagó de azahar. Y se perdió en algún
lugar de Sevilla, entre el río y el Arenal, donde aún trajinan aquel
par de pillos: los inmortales Rinconete y Cortadillo.
María del Mar Sánchez Cobos.
Farmacéutica
Una rama de tomillo, entre Rinconete y Cortadillo
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