Revista Farmacéuticos - Nº 134 - Julio/Agosto 2018 - page 45

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José Félix Olalla
Pliegos de Rebotica
2018
LIBROS
Julia Sáez-Angulo
C
uando se conocen los hechos de una
historia que contiene elementos curiosos
o que termina con una enseñanza valiosa
o cuando se ha vivido personalmente un
episodio interesante, el escritor de raza desea
ponerlo por escrito en cuanto le sea posible,
para cerrarlo y asegurarse así que no se pierda.
Sabe perfectamente que la civilización se asentó
en un sencillo principio: tener algo que contar y
contarlo.
Julia Sáez-Angulo dedica este libro a sus amigos
y encabeza cada uno de sus relatos con el
nombre de uno de ellos, quizá con el nombre de
la persona que le trajo el núcleo de cada historia
que luego la autora completó con su
imaginación. Hay muy pocas excepciones y se
justifica de esta manera el acertado título que
reúne la colección:
Cuentos dedicados
. Quien
escribe es Julia pero ella da la palabra por un
lado a esos amigos concretos y por otro a los
personajes que en primera persona nos exponen
los sucesos. Estamos pues ante una
comunicación que da frutos, ante una escritura
expansiva que llega hasta nosotros en una
cuidada edición ilustrada por Juan Jiménez.
Con frecuencia nos vamos a encontrar con el
mundo del arte, porque la autora conoce bien
ese mundo y forma parte de él. En ese museo de
salas esplendorosas hay anécdotas divertidas
como la del relato
Hay que votar a Ibarra
e
historias de mayor calado, algunas sombrías, en
las que se reciben enseñanzas duras.
Predomina el formato breve porque en el cuento,
la economía de los medios es una regla que se
concilia con la efectividad. El relato más largo del
libro es
Báculo de mi vejez
que descubre la
fragilidad de los vínculos afectivos y refleja la
feminidad dolorida por la traición. La destrucción
de un proyecto de vida deja tras de sí la
correspondiente amargura y la dificultad de volver
a creer en otra persona. Se derivan además unas
consecuencias jurídicas que pueden reordenar la
situación pero rara vez cicatrizan las heridas.
A veces el relato bordea las fronteras del ensayo
y del artículo periodístico. Son escritos entonces
que parecen abandonar la ficción y se vuelven
discursivos o descriptivos. Es el caso de la
emigración rusa a la Argentina o el de la casa de
la presa junto al río Tajo. Se intercalan crónicas
sociales como la del patrimonio cultural de José
Lázaro Galdiano. En otras ocasiones predomina
la emoción como ocurre en el cuento de la
mendiga de Barosa o aún la intriga como en
Atilana
en el que se nos narra el papel de una
curandera visto desde los ojos de un médico
recién casado.
Todo escritor de narraciones breves conoce la
importancia de elaborar una terminación
adecuada. No es tanto la opción de elegir un
final cerrado o abierto sino conseguir alcanzar
una cierta cumbre, superar la dificultad de
acabar bien lo que se empezó. En este apartado
fundamental la escritora acierta en sus criterios
y maneja las posibilidades con buen sentido.
Opta a veces por un final brusco que puede
resultar eficaz como sucede en el relato que
cierra el volumen.
Juan Rulfo decía que desgraciadamente él no
había tenido a nadie que le contara cuentos en
su infancia. Sin embargo la vida está repleta de
historias y solo hay que estar atento y poner el
oído para escucharlas. El cuento es el lugar de
todas las hipótesis y cuando se recorre el
camino que conduce desde la narrativa oral
hasta la escrita, las distintas posibilidades se
muestran a la vez, desdibujadas. Tanto el escritor
de novelas como el de cuentos, atará los hilos,
buscará la verdad de sus protagonistas y, cada
uno respetando las reglas del género literario,
elaborará su magia y su cometido.
Cuentos dedicados
Espacio Cultura Editores La Coruña 2017 270 páginas
1...,35,36,37,38,39,40,41,42,43,44 46,47,48,49,50,51,52
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