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José Félix Olalla
Pliegos de Rebotica
´2018
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LIBROS
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Luis Marcos Nogales
L
a historia de la farmacia se pierde en el origen
de los tiempos. Es antigua como el hombre,
tan pronto como este tuvo conciencia de la
enfermedad. Por eso dice Juan Esteva que hacer el
inventario de los materiales empleados contra la
enfermedad equivale poco menos que a inventariar
todo lo existente. La observación del
comportamiento de los animales y la utilización
empírica de sustancias provenientes de los tres
reinos forman parte de los comienzos y prepararon
el camino del mundo antiguo.
A esa era, a la que va desde Mesopotamia hasta
Roma, está dedicado este libro, mucho tiempo
pensado por el farmacéutico Luis Marcos Nogales.
Se trata, digámoslo cuanto antes, de un libro
ilustrado que se acerca al formato del comic. Ese
cometido le corresponde a Iñigo Ansola que ha
ideado para sus dibujos a unos personajes
peculiares de nariz alargada y que aporta el sentido
del humor pretendido por Nogales desde la
primera concepción de su trabajo. Hay suficiente
distancia de los hechos que se cuentan, o sobre los
que se especula, como para que el humor pueda
irrumpir con soltura y con sentido crítico hacia la
sociedad de hoy desde el paramento de un ayer
remoto.
En el generoso reconocimiento que abre el libro,
en el que se incluye al Colegio de Farmacéuticos
y a la Facultad de Farmacia de Salamanca, se cita
la obra previa de Larry Gonick, matemático de
Harvard que combina en sus libros, textos
amenos e ilustraciones cómicas. Es bueno que el
gusto por saber se conjugue pronto con una
forma de enseñanza que no castigue a los
temperamentos perezosos. La pedagogía es una
ciencia y un arte y en cierto sentido la profesión
de farmacia también lo es.
El farmacéutico vocacional, cualquiera que sea la
modalidad que practique se interesará por el
curso de su historia, apreciará conocer las
fuentes de información sobre los primitivos
remedios, los hallazgos arqueológicos, los
códigos conservados en tablillas de barro
cocido. De la mano de Luis Marcos este lector
recordará aquella grata asignatura de la carrera
que en mi época respondía al nombre de
historia y legislación
y volverá quizá a adentrarse
en su nudo ahora con más gusto y sin agobios.
Entonces se dará un paseo fructífero por el
Egipto misterioso, por la India exótica, por la
Roma imperial y hasta por las Américas
precolombinas. Conocerá que si las plantas
medicinales son la clave de las antiguas
farmacopeas, los alcaloides lo son de los
principios activos. Entenderá los usos y las
formas de la medicina, el papel que jugaban los
sanadores, las prácticas aberrantes que duraron
más tiempo de lo esperable y el sentido último
que los hombres tenían de la enfermedad.
Volverá, si así lo quiere, a la plácida aventura
del saber.
El autor se ciñe en general a un esquema y
profundiza si lo estima necesario.Así ocurre por
ejemplo cuando narra el origen del símbolo
farmacéutico de la copa y la serpiente. En Grecia la
serpiente estaba consagrada a Esculapio y se
consideraba a los ofidios animales beneficiosos,
hasta el punto de que las especies no venenosas
campaban por las habitaciones de los enfermos.
Junto al texto principal y a las ilustraciones, esta
epopeya farmacéutica
incorpora a lo largo de los
capítulos, pequeñas frases de información
complementaria bajo el nombre de píldoras. Son
autónomas y en buena medida independientes.
Contribuyen a la configuración final de un trabajo
atractivo y bien articulado, casi un hito editorial
para nuestra profesión que no debe faltar del
despacho de la rebotica.
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Epopeya farmacéutica
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Ediciones Universidad de Salamanca
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Salamanca 2016
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88 páginas
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