Revista Farmacéuticos - Nº 119 - Octubre-Diciembre 2014 - page 48

G
G
eorge Orwell era
anarquista. Una
hebra
deshilachada en el
ámbito literario
habitualmente conservador y
oscuro en la Inglaterra de la
primera mitad del siglo XX. La
decadencia del Imperio
probablemente imponía ese
tipo de sombras.
Sus libros siguen siendo
discutidos y, en muchos casos,
rechazados por la
oficialidad lingüística. Es la
crítica lógica si el escritor
resulta incómodo y su
narrativa cuenta con un
alto porcentaje de
verosimilitud.
Su
Rebelión en la granja
y
el profético
1984
han sido
denostados de forma
inmisericorde y, sin
embargo, son lecturas
frecuentadas y bien
valoradas fuera de los círculos que tratan de
obviar a los pensadores que no redactan de
acuerdo con ideas o directrices preconcebidas.
Digamos que Orwell se situó siempre fuera de lo
políticamente correcto y todavía hoy hay quien
trata de recomendar su anulación como genio de
las letras. Es esa especie de censura que se deriva
de menospreciar a los que no piensan según los
cánones del progresismo.
Curioso viaje de novios
Eric Blair –verdadero nombre de Orwell– llega a la
Ciudad Condal a finales de diciembre de 1936 y lo
hace acompañado por su mujer, de soltera Eileen
O'Shaughnessy y desde junio de 1936 flamante
señora Blair, simpática coincidencia con la señora
del Primer Ministro británico en el cambio de
centuria; ya se sabe como se las gastan por Europa
con la pérdida del apellido de las damas al
contraer matrimonio. Como es natural, nunca fue
la señora Orwell y por eso no es fácil identificarla.
Eric y Eileen se habían conocido en la primavera
del 35 y solo seis meses después de la boda se
desplazaban a España para que Orwell
pudiera ver de primera mano lo que
estaba aconteciendo en nuestra
lamentable guerra civil. Ajetreado viaje
de luna de miel, se podría pensar con
la perspectiva que da el paso del
tiempo.
Eileen se queda en Barcelona en el
hotel Continental y mientras, Orwell
se desplaza hasta los aledaños de
Huesca y participa en el frente como
un soldado más de las filas
gubernamentales para combatir el
peligro que se cierne con las
claras inclinaciones fascistas del
bando nacional.
Orwell termina por quedar
desencantado de las luchas
intestinas que sufren las tropas
republicanas. Asiste en primera
fila a los desgraciados incidentes
que ponen Barcelona patas arriba
en la primera semana de mayo
de 1937. El Partido Obrero de
Unificación Marxista (POUM) es
el que más sintonía despierta en
Orwell; sus raíces anarquistas parecen las más
aproximadas a las de nuestro incipiente
corresponsal. Las Ramblas, la plaza de Cataluña, el
conocido cine Poliorama y otros enclaves como el
edificio de la Telefónica o el Café Moka presencian
barricadas, altercados y explosiones que van
debilitando las fuerzas del ejército popular. Por
cierto, el referido cine es el Teatre Catalá de la
Comedia entre 1937 y 1939 pero el autor le sigue
denominando por su nomenclatura popular. Hoy se
puede visitar de nuevo porque desde 1982 ha
reconvertido sus instalaciones en un teatro situado
en la planta baja de la Real Academia de las
Ciencias y las Artes.
Detenciones sumarias y masivas, persecuciones
brutales e indiscriminadas de los miembros del
POUM
culminan con una fuga digna de la mejor
película protagonizada por Orwell y su mujer a
través de Port Bou y en un desvencijado tren. El
entusiasta soldado inglés que venía a sumar sus
fuerzas para defender la revolución y la
democracia no tiene otro remedio que huir
porque figura en las listas de un partido pequeño
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José Vélez García-Nieto
Pliegos de Rebotica
´2014
SOLES DE MEDIANOCHE
Orwell y su pasión
por España
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