Revista Farmacéuticos - Nº 398 - Septiembre 2014 - page 35

FARMACÉUTICOS N.º 398 -
Septiembre
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Asesoramiento Farmacéutico
combinación con otros apósitos. El dextranómero, también de carác-
ter autolítico, tiene el inconveniente de no digerir el tejido necrótico,
sino que tan sólo lo reabsorbe, y requiere realizar varias curas diarias.
Los hidrogeles más utilizados están formados por asociaciones de:
Alginato o pectina y carboximetilcelulosa (CMC)
Propilenglicol y polímero de CMC o goma guar
Solución salina
También se emplean la pasta o los gránulos de CMC como debri-
dantes y para la absorción del exudado. En cualquier caso, no se
recomienda en lesiones infectadas, ya que puede producir mal olor
y su retirada puede ser dolorosa.
En las úlceras con moderada o elevada exudación, se recomiendan
los alginatos (solos o asociados a CMC), por su elevada capacidad
de absorción y capacidad debridante. También se usan hidrofibras de
CMC, especialmente en lesiones con tendencia hemorrágica, debido
a su baja adherencia. En todos estos casos, se debe emplear un apósi-
to secundario para facilitar la retención de la humedad.
Durante la
fase de granulación o reconstrucción
, en las lesio-
nes poco exudativas se emplean hidrocoloides del tipo CMC, evitan-
do siempre su uso en heridas infectadas. Los apósitos hidrocelulares
son apósitos semipermeables absorbentes, de carácter no adherente,
que previenen la maceración de los tejidos periulcerales. También se
utilizan preparados a base de colágeno. Por su parte, en las lesiones
más exudativas, se emplean gránulos, gel, alginatos o copolímeros
de almidón (con un apósito secundario). Se puede mantener el apó-
sito hasta 7 días si no hay saturación, fuga u otra indicación clínica.
La aparición del tejido de granulación es esencial para el proceso
de cicatrización de una úlcera. La presencia de tejido necrótico va
a impedir la cicatrización, por lo que deberá procederse a la limpie-
za periódica con suero salino y a la debridación quirúrgica o quími-
ca en caso necesario, aplicando posteriormente un antiséptico (clor-
hexidina, povidona iodada, permanganato potásico y peróxido de
hidrógeno son los más utilizados). La limpieza de la zona y la eli-
minación del tejido lesionado son esenciales para la curación de la
lesión. Por ese motivo, si se trata de una lesión extensa, es impor-
tante el desbridamiento de la herida, la eliminación, fundamental-
mente mediante procedimiento quirúrgico, del tejido desvitalizado
o necrótico. En lesiones de menor entidad puede facilitarse con el
empleo de agentes debridantes.
Los apósitos son necesarios para absorber los exudados, al tiem-
po que evitan la infección, proporcionando un ambiente húmedo
que favorece la cicatrización y evita la formación de costras. Las
gasas con parafina o los preparados a base de carbohidratos propor-
cionan lechos hidrófilos inertes o polímeros yodados, que liberan
yodo a medida que absorben secreciones.
Una parte esencial del tratamiento de las úlceras de origen veno-
so debe ir dirigido a corregir la alteración en el flujo del retorno veno-
so. La cirugía vascular permite en la
actualidad esclerosar las venas varico-
sas o intervenir sobre las venas perfo-
rantes, si bien el efecto a largo plazo
de estas intervenciones quirúrgicas no
es espectacular. Los injertos de piel de
espesor parcial resultan especialmente
útiles en las úlceras de gran tamaño.
Durante la
fase de epitelización o resolución
es recomendable la
aplicación directa sobre la lesión de un apósito hidrocelular, hidroco-
loide (CMC) o láminas de poliuretano (apósitos semioclusivos, gene-
ralmente transparentes, que crean un ambiente húmedo y no absorben
el exudado), pudiéndose mantener hasta 7 días, siempre que no haya
fuga. También está indicada la utilización de otros compuestos como la
catalasa
o la glicerina. El
extracto de
Centella asiática contiene tres tri-
terpenos (
asiaticósido
,
ácido asiático
y
ácido madecásico
) que incre-
mentan la síntesis de tejido cicatrizal en las úlceras, facilitando la remo-
delación de la matriz de colágeno. En particular, el
asiaticósido
tiene
efecto preferencial sobre la síntesis de colágeno, pero todos los compo-
nentes activos aumentan la producción de glucosaminoglucanos.
En las
úlceras cutáneas infectadas
y con evidencia de daño tisular
(rubor, dolor, inflamación, supuración, etc.) puede ser necesario recu-
rrir a un tratamiento sistémico antibiótico. Por vía tópica existen apó-
sitos no oclusivos ni semioclusivos, de diferente composición, según
el nivel de exudación de la úlcera; en las muy exudativas se recomien-
dan apósitos de alginato cálcico, hidrofibra de CMC o ambos com-
binados. En las lesiones infectadas con necrosis seca se emplea una
pomada de colagenasa. Por su parte, en las úlceras infectadas con teji-
do de granulación, lo más habitual es emplear un hidrogel de CMC,
alginato sódico, CMC con alginato cálcico o copolímero de almidón.
En caso de
olor intenso de putrefacción
, se emplean apósitos
de carbón activado o bien un gel de metronidazol, atendiendo a su
potente efecto sobre bacterias anaerobias (probables causantes del
olor putrefacto). Puede ser incluso conveniente utilizar el metroni-
dazol por vía sistémica. El uso de antibacterianos por vía tópica está
sujeto a una intensa controversia, al menos en estos casos.
Cuando se trata de
lesiones muy dolorosas
puede ser necesario
recurrir al empleo de analgésicos sistémicos. Para llevar a cabo las
curas, pueden emplearse anestésicos locales (gel de lidocaína al 1%).
Las
barreras líquidas
son tinturas oclusivas resistentes al agua
que contienen agentes plastificantes, reduciendo así la maceración
y el cizallamiento. Pueden aplicarse empapando gasas y algunas
mediante pulverizador.
En caso de hemorragia, ésta se controla generalmente mediante
compresión o aplicación de agua oxigenada o adrenalina al 1:1.000.
En caso necesario, puede aplicarse un apósito acorde con las caracte-
rísticas de la herida (profundidad, presencia de exudado, etc.).
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