Pero ya pueden suponer que ese no es
el motivo de este artículo ¿verdad?
La eficacia administrativa
El caso es que algo más de 150 años
después, siglo y medio más tarde, el
órgano de Maese Pérez seguía en
lamentables condiciones y las
monjitas de clausura de Santa Inés
pidieron ayuda a las instituciones
públicas para poder repararlo y
restaurarlo en buenas condiciones.
Parece que siempre faltaba una
póliza, un permiso más, un documento inalcanzable, un
archivo por revisar, un concurso difícil de convocar.
Los funcionarios se esmeraban en su cometido, pero
la ayuda no llegaba.
Las clarisas, que siguen siendo unas santas, iban
colmando la vasija de su inagotable paciencia. El órgano
apenas destilaba sonidos reconocibles y algún remedio
había que buscar. El instrumento que con tanto mimo
cuidaba Maese Pérez llevaba más de cuarenta años
callado.Así que, con el refrán de
A Dios rogando y con el
mazo dando
por bandera consultaron en distintas
ventanillas y a diversos feligreses.A principios de este
año 2017 surgió la luz. Un grupo de excelentes
expertos en la materia se agruparon de forma
voluntaria en la Fundación Alqvimia Musicae para echar
una mano al convento y resolver un asunto que
convenía a casi todas las partes implicadas. Con un
coste casi insignificante gracias al gesto de estas gentes,
perfectamente identificadas, el órgano podría volver a
sonar esta Navidad y en su ubicación tradicional, para
traer el recuerdo de antiguas leyendas
y, sobre todo, para hacer las delicias de
un auditorio muy entregado a sus
devociones.
Pero la máquina del intervencionismo de
las administraciones no descansa cuando
se trata de sancionar y después de once
meses del delicado traslado e inicio de
la restauración, un aplicado inspector,
que no debió ver el reportaje emitido al
respecto a principios de año por Canal
Sur, notifica a las clarisas que han
cometido una grave infracción contra el
patrimonio de Andalucía al efectuar el
traslado y que deben pagar por ello una
sanción que excede en mucho los
primeros presupuestos para arreglar el
histórico armonio.
Cunde el desánimo.Algunos políticos
comprenden la actuación
ejemplificadora de la Junta; otros la
critican sin desmayo, pero con la
sensación de haber convertido el
asunto en un arma electoral
arrojadiza.Y mientras, el órgano sigue
en el taller de restauración con el
objetivo de recuperar su tradicional y
literario concierto navideño en la
céntrica calle sevillana de Maria
Coronel.
El lector interesado ya sabrá, a estas
alturas, si el efluvio de las notas
musicales se repartió por las paredes
de la iglesia del Convento de Santa Ines
en la Nochebuena del 2017 porque unos ciudadanos
entusiastas afrontaron el trabajo para conseguir que el
órgano volviera a sonar cuarenta años después. Estas
líneas se escriben unos días antes cuando la
administración parece no cejar en su empeño de
mantener la sanción por grave incumplimento de la
norma. Confiemos en que la lógica impere por una vez.
Es muy posible que Bécquer intuyera con su
narración las desventuras del sufrido y ya deteriorado
piano; lo que es seguro es que Larra –igualmente
romántico– redactó la dificultad de entenderse con
los funcionarios públicos unos cuantos lustros antes al
publicar su histórico
Vuelva usted mañana
en El
pobrecito hablador, allá por enero de 1833.
Algo no funciona cuando unas monjas de clausura,
cuyo contacto con la sociedad es mínimo, piden
permiso para arreglar una joya histórica y no se lo
concede una autoridad teoricamente habilitada, pero
que solo encuentra piedras en el camino.A tal efecto
no es descabellada, en absoluto, la
frase de inicio del gran Larra en su
emblemático escrito:
Gran persona
debió de ser el primero que llamó
pecado mortal a la pereza.
Polémicas y partidismos aparte, será
bueno para toda la colectividad que el
órgano haya vuelto a sonar, que el
espíritu de Maese Pérez recupere su
tranquilo descanso y que la
Nochebuena en Sevilla rescate uno de
sus más significados símbolos para
honrar el Niño Dios.
No es de recibo que los permisos
administrativos se demoren hasta al
infinito o que las restricciones
presupuestarias del Erario Público
cierren el paso a aportaciones y
mecenazgos desinteresados. Se parece
mucho la cuestión al cuento del perro
del hortelano y, a estas alturas, no
estamos para cuentos.
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49
Pliegos de Rebotica
´2017
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SOLES DE MEDIANOCHE
●
No hay Misa del Gallo en la
literatura hispana tan conocida
como la del ciego
organista Maese Pérez,
de Gustavo Adolfo Becquer.
El órgano del Real Monasterio de
Santa Inés, protagonista de la
leyenda “Maese Pérez,
el organista” de Gustavo Adolfo
Bécquer lleva décadas necesitando
una restauración integral.