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Pliegos de Rebotica
´2017
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PLIEGO DEL PRESIDENTE
Raúl Guerra Garrido
L
L
o único que sobrevive a la Historia es la Geografía y
puede que si no lo único si sea la única certeza de
un tiempo determinado, siendo el mapa el dibujo de
la verdad hasta ahí conocida. El paisaje es un
fenómeno cultural con preponderancia de lo
estético y, en consecuencia, los mapas nos regalan tanta
certidumbre como belleza, amén de un estimulante ejercicio
para nuestra imaginación. Son cartas de un pasado que
siempre nos incumbe, nos ayudan a ver con otros ojos lo
que suponíamos de antes y nos proponen relectura del
ahora. Este es el poderoso atractivo de la exposición
Cartografías de lo desconocido
que nos acaba de ofrecer la Biblioteca Nacional.
El mundo es un pañuelo. Lo es porque la palabra latina
mappa
significa pañuelo, un trozo de tela
como los que se agitaban en el circo romano y que con el tiempo acabó por referirse al soporte
en el que se dibujaba la superficie terrestre: la flexibilidad imposible de trasladas una superficie
esférica sobre un plano y antes plana por imposible de percibir su imperceptible curvatura a ojo
desnudo: el milagro de mapamundi. Cómo no emocionarse ante el de Juan de la Cosa de 1.500, el
primero en reflejar la existencia del Nuevo Mundo, continente que por el uso aventajado de los
medios de comunicación por parte de la competencia terminó llamándose América.
Entre tanta realidad develada a medias, los mapamundi de los no-lugares de la imaginación. El del
Paraíso como lugar tan inaccesible como imprescindible; el del país de Jauja dominado por la
abundancia y el vicio; el del jardín del Edén de nuestros sueños; el de la Atlántida, tantas veces
extraviada; el de Utopía, geografía variable que solemos visitar en alguna ocasión; y los literarios de
cuando la ficción quiere seducirnos con la improbable exactitud de la grafía. Esa isla del Tesoro
pertinazmente dibujada por R.L. Stevenson para desorientar al maestro de piratas Long John Silver.
La precisa escala de Región, topografía propia de un ingeniero de caminos como Juan Benet. El
confuso condado de Yoknapata wpha deWilliam Faulkner.Tantos y tantos intentos para puntualizar
que Borges se fatigó en vano por conseguir la escala uno a uno, y que García Márquez nunca
necesitó de un mapa puesto que Macondo era su pueblo
y desde niño se lo sabía de memoria.
Las cartográficas son cartas no epistolares con
poco texto si excluimos los topónimos, pero siempre
con alguna anotación marginal que refuerza su
expresividad. Recuerdo de mis tiempos de navegante
ocasional, allá por el golfo Pérsico, de cuando Irán
todavía era Persia, esa letra diminuta con la indicación
de: “Se recomienda prudencia con los habitantes de la
costa pues poseen hábitos piratas”. Pero sin duda la nota
más excitante es la de esas cartas renacentistas que se
detenían en la Terra Incógnita con un rotundo: “A partir
de aquí sólo hay dragones”.
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Cartografía
no epistolar