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Pliegos de Rebotica
´2016
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PLIEGO DEL PRESIDENTE
Raúl Guerra Garrido
U
U
n gesto en la discutible novela de Ayn
Rand
El manantial
, la historia del
arquitecto Howard Roark, alias de Frank
Lloyd Wright, en el cine Gary Cooper,
marginado y cuasi proscrito por un
sistema incapaz de asimilar sus innovaciones. Cuando
un condiscípulo le propone a Howard que le ayude en
el proyecto cumbre de la ciudad, la obra definitiva para
la consagración de un arquitecto. Se sabe por debajo
de la excelencia exigida y también sabe que la
autoridad competente nunca se lo encargará a un
relapso como Roark. La aceptación de H.R. es un
sucinto pliego de condiciones: “Yo lo diseñaré, no
modificarás ni un solo trazo ni permitirás que nadie lo
haga, no firmaré el proyecto porque no lo edificarían con mi
nombre, lo firmas tú y no necesitas pagarme nada a cambio”. La
perplejidad del colega se formula convencional: “¿Y qué ganarás tú?
No te vas a llevar ni la gloria ni el dinero”. La respuesta es
contundente: “Yo lo habré construido”.
Otro gesto en el breve relato de Alan Sillitoe
La soledad del
corredor de fondo
, el monólogo interior del joven recluso Smith mientras corre en el
cross anual de los Borstal, las instituciones penitenciarias juveniles de Inglaterra, en el
que participan los presos con mayores facultades físicas, pero en el que de hecho
quienes se juegan el honor son los directores de tales establecimientos de castigo. El
joven Smith lleva una considerable ventaja al
segundo corredor, llega destacado al estadio
donde se encuentra la meta, es un seguro
ganador, lo está demostrando con su poderosa
zancada, y decide perder. Aminora la marcha,
casi se detiene, entre el griterío del público el
esfuerzo psicológico por dejarse alcanzar por
el segundo es casi sobrehumano, lo consigue.
Es el otro quien cruza primero la cinta de
llegada.
Dos ejemplos entre tantos posibles, pero
no al azar. Ambos gestos, de tan diferentes
personas y desigual propuesta (hacer y no
hacer, nada de preferiría no hacerlo), son el
mismo gesto de libertad del artista. A este
gesto de desnuda pureza me refiero. Decisivo
e imprescindible marca la diferencia.Si ni
siquiera una vez en la vida, entonces.
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El imprescindible
gesto del artista