Revista Farmacéuticos - Nº 392 - Febrero 2014 - page 31

FARMACÉUTICOS N.º 392 -
Febrero
2014
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ARTÍCULO CON FIRMA
H
ola a todos. Mi símbolo químico es C, mi núme-
ro atómico el 6. Nací en el corazón de las estre-
llas gracias a una reacción triple alfa. Soy, quizás,
el elemento químico más importante del Universo
conocido. En mí, se basa la vida, ya que soy indispensable
en todos los compuestos orgánicos. Junto al hidrógeno, el
oxígeno, el nitrógeno y algunos otros elementos, formo los
componentes de los que están hechos todos los seres vivos:
hidratos de carbono, proteínas, lípidos y ácidos nucleicos.
Así que yo soy... ¡vosotros! Porque sois moléculas orga-
nizadas en células, tejidos, en órganos. También me nece-
sitáis para vuestra subsistencia, que se efectúa median-
te el maravilloso y
complejo proceso
llamado “ciclo del
carbono”. Ya veis:
además de en los
seres vivos, tam-
bién estoy en la
atmósfera en forma
de dióxido de car-
bono, océanos y,
por supuesto, en la
tierra y en las rocas.
Si dejáramos
seguir hablando a
este elemento, nos
contaría su gran capacidad de unión con otros átomos con
los que puede formar enlaces múltiples por su pequeño peso
atómico. Presumiría de sus formas alotrópicas, es decir, la
propiedad de presentarse bajo estructuras moleculares dife-
rentes. La más conocida es los diamantes, cuya configura-
ción espacial adopta una forma de tetraedro que los hace
tan duros y transparentes y les da la habilidad de dispersar
luz de diferentes colores; por eso son tan bellos y brillantes;
símbolos de riqueza y poder, han sido deseados por sobera-
nos y caprichosos de todas las épocas. ¡Ay, los diamantes!...
Maravillas de la naturaleza, muchos tienen nombre propio:
Cartier, Tiffany, Gran Mogol, Reitz, Pink Star, etc. El más
famoso es el Cullinan, que dio lugar a las Nueve Estrellas
de África que pertenecen actualmente a la Corona Británi-
ca. Descubiertos en la India hace 6.000 años, siempre han
estado relacionados con la superstición y el misterio. Aun-
que, hablando de joyas, hay otra variedad alotrópica del
carbono que quizás haya sido mucho más trascendente para
la humanidad: el grafito. Aquí los átomos están dispues-
tos en estructura hexagonal en capas superpuestas, lo que
le hace suave y untuoso al tacto. Mineral gris negro acera-
do, al desplazarse por el papel, se adhiere, dejando una fina
capa que forma el trazo. Al mezclarlo con arcilla, forma la
mina de los lápices. Es, por tanto, creador de arte y trans-
misor de conocimientos. Traen los lapiceros la nostalgia del
ayer escolar, su acre sabor en la punta de la lengua al resol-
ver las primeras incógnitas; el placer de afilarlos para deli-
near un bello rostro o sombrear un inquietante paisaje. El
goce de esbozar el preludio de una obra maestra; la emo-
ción de enviar un arrullo amoroso en una nota o insertar
unos versos jugando a ser poeta. Inspiración a golpe de gra-
fito. Genial en los dibujos de Picasso, eterna en Durero y de
inmortal belleza en los bocetos de Leonardo.
Es el grafito tan tenue y quebradizo que al separarlo por
exfoliación mecánica (aplicando una cinta adhesiva has-
ta conseguir muestras más delgadas) se consiguió aislar
el material más famoso de este siglo: el grafeno. Este nue-
vo material tiene fascinados a los científicos y a la indus-
tria por sus muchísimas aplicaciones y propiedades; trans-
parente, flexible, delgado, impermeable y resistente. Posee
una estructura laminada en forma de panel de abeja que va
a permitir la producción de pantallas de televisión y móvi-
les flexibles que se puedan enrollar. Así como su aplica-
ción en microelectrónica, células y paneles solares entre
otras. Es, por tanto, una de las moléculas más celebres del
momento junto con
las demás nanoestruc-
turas de carbono: los
nanotubos de carbono
y los fullerenos.
La nanotecnolo-
gía, ya vaticinada por
el gran físico R. Feyn-
man en su famosa con-
ferencia en 1957 “The-
re is plenty of room at
the bottom”, es la posi-
bilidad de manipular la
materia a escala atómi-
ca y molecular. Esto
fue posible gracias a la aparición de la microscopia de túnel
de barrido. Las aplicaciones en óptica, ingeniería y, sobre
todo, en medicina parecen de ciencia ficción. Microchips que
realicen complejos análisis genéticos o fármacos que actúen
a nivel atómico serán de uso común. Entre los fullerenos, el
más conocido es el C-60, que tiene forma de balón de fut-
bol, un icosaedro truncado. Al tener la capacidad de captar
átomos en su interior cual si fueran jaulas, se está estudian-
do como potencial fijador de antibióticos para luchar contra
bacterias resistentes o contra ciertas células cancerígenas. Se
pueden formar en la naturaleza a consecuencia de fuegos o
rayos y se han descubierto en el espacio interestelar. Hay teo-
rías que postulan que podrían haber traído sustancias a la Tie-
rra impulsando el origen de la vida. Esto se basa en que estas
moléculas han sido encontradas en meteoritos. Uno de estos
tesoros espaciales es el que cayó en 1969 en Allende (Méxi-
co). Es una condrita carbónica (aerolito no metálico) de gran
tamaño cuyo origen se remonta a los orígenes del sistema
solar, y entre sus componentes se encontraron aminoácidos.
¡De nuevo, la incógnita vital!
Así que: aquí me veis. Mimado por los astroquímicos;
herramienta indispensable para los arqueólogos y paleon-
tólogos, merced a mi isotopo radiactivo conocido como
carbono 14. También estoy arrasando con la llamada fibra
de carbono en la industria aeronáutica, automovilística y
de consumo diario. Siempre seré la estrella en el campo
de la Bioquímica y la Farmacología. Soy benceno y etile-
no; hidrocarburo y carbonato; amina, alcohol, fenol o éter;
pero, sobre todo, soy glucosa, el combustible de vuestro
cerebro. ¿Cómo no voy a ser chauvinista?
María del Mar Sánchez Cobos
Farmacéutica
El carbono... ¡Vaya elemento!
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