milagro si se tiene en cuenta la escasa población
masculina de las aulas farmacéuticas.
De aquel grupo espontáneo que convocó, sin saberlo,
el cierre patronal en el mes de marzo surgió un equipo
integrado por alumnos que íbamos a empezar el tercer
curso.Yo estaba seguro de que mis nulas dotes
balompédicas iban a vetar toda posibilidad de
participación, pero no fue así y, contra pronóstico y
por el aval de buenos amigos, acabé formando parte
del irrepetible equipo de los Karajillos.
Fuimos siempre un equipo
compacto, sin fisuras
defensivas y con un par de
figuras que resolvían en la
meta contraria. Desde el principio,
Segundo Martínez Bullón ejerció de
capitán. Nos organizaba horarios y fijaba
alineaciones. Dentro del vestuario no había quien le
tosiera y sólo tenía una palabra para cada uno de
nosotros:
–Hablo de compromiso. Unicamente
necesito compromiso con el
equipo, con la tarea común.
Nunca fuimos favoritos,
pero ganamos algún
torneo en los tres años
que pasamos en
Farmacia. Éramos
buenos estudiantes,
alguno muy brillante, y
terminamos la carrera
casi todos en el 78.
Hubo un partido, eso
sí, que coincidió con un
examen y Segundo nos
miró a los ojos para
exigirnos una sola cosa:
compromiso.
Y no respondimos todos, pero
ganamos partido y campeonato
gracias a la contundencia de Antonio y
Miguel, a la finura de José Félix, a la calidad de Ernesto,
a la entrega de Julio, que estaba para rotos y
descosidos, a alguna parada de Manolo, al olfato de
Paco
pasiones
y al oportunismo del otro Antonio.
Todos sabemos, desde entonces, que la firmeza de
Segundo no tenía recambio posible pero siempre se
podía contar con él, aunque muchas veces lo hiciera
medio lesionado.
Acabó la carrera, acabaron la mili que yo no cumplí
por causas cardiológicas, nos fuimos colocando –alguno
atado a la pata del mostrador de su farmacia sin
apenas vacaciones– perdimos alguna pista, nos fuimos
independizando de nuestras familias, nos fuimos
casando y seguimos jugando al futbol, con
incoporaciones como las de Javi y Jose Antonio, para
seguir empapando en cerveza el término de los
partidos, fuera cual fuera el resultado.
Poco a poco, nos fuimos retirando de los terrenos de
juego.Yo fui el primero en emprender la huida por las
ya citadas razones cardiológicas o alguna
responsabilidad institucional que me limitó el
tiempo libre, pero en los últimos
años y con casi sesenta años
ya no era posible mantener la
dignidad de Karajillos en el
pedestal que merece su larga y
brillante trayectoria.
No podemos decir, cuarenta años después,
que la vida no nos haya sonreido en líneas generales.
Hemos compartido muchas jornadas felices y nuestras
mujeres han trabado una amistad tan entrañable como
la nuestra.
Claro que hemos tenido los sustos
naturales que acompañan a
todos los grupos de seres
humanos y específicamente
yo me he especializado en
entrar y salir de los
quirófanos para
descargar la adrenalina y
las oraciones de alguno
de mis compañeros,
pero en líneas generales
no nos podemos quejar.
Ahora nos llega el
resultado de una analítica
casi rutinaria que se ha
hecho Segundo. Lo malo de
ser farmacéutico es que de esto
nos enteramos aunque no nos
guste. Le han detectado un tumor,
algo terminado en
blastoma
y han tenido
que intervenir su cerebro.
Va a ser un camino largo, pero si algo está claro es que
estamos todos con él.Algunos revisamos el
tratamiento experimental. Otros valoran la dosis de
corticoide, el índice de saturación de Oxígeno o la
despiadada subida de glucosa en sangre. Se trata de una
lesión importante que no le va a permitir jugar el
próximo partido del Karajillos pero bien sabe él que
cuenta con el compromiso de todos.
Es lo único que nos pide y todos se lo ofrecemos de
forma incondicional.
n
49
Pliegos de Rebotica
2019
SOLES DE MEDIANOCHE