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Pliegos de Rebotica
2019
PLIEGO DEL PRESIDENTE
Raúl Guerra Garrido
E
E
scribo consciente de que mis lágrimas se
perderán en este valle. Nos ha dejado
para siempre Jaime Cobreros Aguirre,
uno de los más señeros farmacéuticos
de nuestra ya agónica
contemporaneidad ,un amigo del alma con quien
tuve el placer y honor de compartir tantas
aventuras intelectuales, las de dos puntos de
vista antagónicos que pactando siempre supieron
coincidir en el diagnóstico y casi en el
tratamiento. Pongamos de inicio el número uno
(mayo, 1975) de esta revista, él con su artículo
“Paris-sur-Seine” develándonos el simbolismo del
constructo de la catedral de Nôtre Dame, hoy de
tan retrospectiva actualidad.
Hombre bueno de buen carácter, de aguda
inteligencia y cultura tan excepcional como
abarcadora de sus dos hemisferios: las
humanidades y las ciencias de la naturaleza, en su
caso las de la salud.
Pongámonos en su primer y magistral libro,
El
camino iniciático de Santiago
(Ediciones29, 1976, en
colaboración con Morin Bentejac) en donde la
Ruta Jacobea se nos ofrece en su interpretación
esotérica más profunda a través del simbolismo
románico, más allá del arte a la iniciación que
conducirá al hombre a un estado superior de
conocimiento, la Gnosis. Sin duda un texto que
ayudó a resucitar el interés por el Camino de las
Estrellas. Decía Jaime, optimista: “El velo que
oculta el rostro de Isis comienza a levantarse y
cada vez es mayor el número de los que quieren
verlo”. El que hoy la mayoría sean turistas es
fruto de la marcha de
los tiempos, incluso
así ocurre con los
que se detienen a ver
el por él detectado
milagro equinoccial
de la Anunciación en
la iglesia de San Juan de Ortega. Más allá del arte
pero extrayendo todas las cualidades estéticas
de capiteles, canecillos y briofantes, su colección
de fotografías es un archivo impagable.Tantas
obras sobre el románico para relacionarlas con
una titánica obra preambular,
El prerrománico de
España: visigodo, asturico, mozárabe
(Editorial
Anaya, 2005) y prolongarlas con la revista de los
Amigos del Románico.
Pongámonos en su actividad farmacéutica. Su
laboratorio de análisis en Rentería y San
Sebastián siempre fue referencia de calidad en
toda Guipúzcoa, pero además, con una iniciativa
inasequible a la fatiga, fue cofundador de AEFA y
de su revista “Análisis clínicos”, consiguiendo así
para su profesión el título de ”especialista” en la
Seguridad Social. Siempre en busca de su aleph, el
acto profesional intransferible de la Farmacia.
Tantas y tantas reuniones, las laborables no por
eso menos agradables, que si se terciaban con
mantel rematábamos con armañac. Calmo
contertulio, como Gil Albert bien podría haber
dicho: “No soy un afrancesado, soy una persona
razonable”. Lector, cinéfilo, viajero sin avión y
católico, un amigo del alma. Nunca supuse que
uno de estos pliegos me apesadumbraría tanto.
n
Jaime
Cobreros Aguirre
