inclinaciones naturales se van
conformando y educando en la
infancia y la pubertad. Por eso, a esa
falsa mujer, le gustaban los hombres,
por eso todos ellos quedaban
estupefactos y sorprendidos cuando
se acercaban a los aposentos de la
reina y descubrían, en la intimidad,
que la noche llegaba cargada de
enormes sorpresas canulares, fálicas,
tubulares o como ustedes quieran
denominarlas.
Confieso que el desnudo integral
de Pellicena no me pareció tan
agradable como el que la musa
Victoria Vera protagonizaba, a la par,
en otra sala madrileña, pero
confieso también -las
comparaciones siempre pueden resultar odiosas - que
no le pregunté sobre la espinosa cuestión a mi esposa
y acompañante en la platea. Lo evidente era que el
incitante argumento de Ors no dejaba indiferente a
casi nadie.
La historia de Isabel I
No es un personaje bien conocido por la mayoría de
los españoles. En estos últimos años nos hemos
acercado algo a las estirpes de los Estuardo y los
Tudor gracias a buenas series programadas en
televisión. De Isabel I sabemos, como mucho, que
reinaba en Inglaterra cuando nuestra Armada
Invencible fue literalmente defenestrada y hundida por
falta de previsión ante fenómenos meteorológicos
propios de los meses en que se entabló la contienda,
la formación anticuada de nuestros oficiales y
marinería y las nuevas armas desarrolladas por la flota
inglesa.
Isabel sucedió a Eduardo VI y María la Sanguinaria, la
primera y auténtica
Bloody Mary
, que heredaron a su
vez todas las luchas intestinas promovidas contra la
Iglesia de Roma por Enrique VIII y su sempiterno
entusiasmo por cada una de sus esposas.
Ana Bolena, la madre de Isabel, no quería que su hijo
fuera varón para evitar su futura decapitación con la
excusa de sus posibles derechos dinásticos al trono de
Inglaterra.
La historia sí que cuenta que Isabel fue una reina
virgen, parece que afectada por una extraña anomalía
congénita diagnosticada como anagenesia vaginal que
consiste en tener un aparato reproductor poco
desarrollado, lo que impide la correcta consumación
del coito.
En aquella época, los reyes ingleses no duraban
demasiado. Las luchas intestinas, las peleas entre
protestantes y católicos, los
enemigos declarados o anónimos
no hacían muy perdurables aquellas
existencias y decapitar era un verbo
que se conjugaba con demasiada
frecuencia en las estancias reales.
Isabel fue la excepción y reinó, con
mano firme y viril, más de cuarenta
años alcanzando los inicios del siglo
XVII y propiciando las bases del
esplendor que alcanzaría el Imperio
Británico.
El éxito de Francisco Ors
Con estos personajes y ese clima
oscuro y conspirador del final de
la Edad Media, Ors construyó una
historia coherente, verosímil y
contradictoria. El morbo, además,
suele garantizar un éxito añadido, así que
Contradanza
superó sin problemas las cien funciones en Madrid y
fue representada más tarde en Japón y en Broadway,
aquí bajo el título de
La Reina Virgen
y con un elenco
latino de director y actores.
Francisco Ors se definía así en el folleto que
acompañaba a las entradas del teatro Lara:
Personalmente me tengo, antes que por escritor, por
hombre de ciencias, y es la investigación científica, en su
terreno más profundo –aquel donde confluyen la física, la
biología y la sociología, para generar un auténtico
humanismo– lo que constituye mi verdadera vocación, y en
lo que considero que, con mejores o peores resultados, me
ocupo realmente.
En los años siguientes, Francisco Ors escribe el relato
El encanto masculino
y no vuelve a las tablas de los
escenarios con nuevos proyectos. Hoy no sabemos
quién se asombra con la sombra de un sombrero, pero
sí que nuestro compañero consideraba que siempre la
narrativa es más contundente que las representaciones
teatrales.
El admirado y ya citado Pedro Malo, al que muchos
discípulos seguimos echando en falta, dejó pasar los
primeros días de gloria en aquel año 80 para hablar
tranquilamente con Ors. La entrevista, humana,
sencilla, educativa y muy amena, se publicó en
El
Monitor
nº 2120 de marzo de 1981.
Toda la conversación es pura delicia y tan interesantes
son las respuestas del encumbrado autor teatral como
los comentarios al margen que iba desgranando Pedro
Malo. Me atrevo a recomendar al Consejo de
Redacción de
Pliegos
que, para rendir el homenaje que
reclamaba Raúl hace unos meses, se reproduzca en
estas páginas el contenido íntegro de aquella charla
entre amigos.
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Pliegos de Rebotica
´2017
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SOLES DE MEDIANOCHE
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